La rutina era los viernes. Picada acompañada con vermut de aperitivo y por lo general unas pizzas abonada a la romana
Siempre eran los mismos. No pasaban
de seis y nunca eran menos de cuatro
Como de costumbre, cerraban jugando
a las cartas, hasta las 2 o 3 de la madrugada
Como de costumbre también, un
único ganador; lo que comenzó como una sana costumbre viró violentamente a un
evento donde todos menos uno, asistían para provocar al sostenido triunfador
Sostenido triunfador, que viernes
tras viernes, les daba verdaderas palizas y por eso, en ese acostumbramiento, el
último viernes, nuevamente escucharon: GANÉ¡!
Chin Chon¡! Exclamó y ahí
nomás desplegó sobre la mesa su juego: Escalera de oros del 1 al 7
Ya había cortado menos 10 en las
últimas cinco manos y coronó el juego de este modo
Tenía fama de suertudo y en los
últimos tiempos, venía con una seguidilla de triunfos, pero esa noche, alcanzó con
justa razón, el reconocimiento máximo que a un jugador de su nivel: “QUE TE
PARIO, NO SE PUEDE CREER EL CULO QUE TENES”
Porque una cosa es saber
jugar, y otra muy distinta es ligar siempre
Ni hablar los que miraban de
afuera, por haberse enganchado tres veces
El juego era por guita, y
este los tenía hartos llevándose siempre la recaudación
En honor a la verdad, era
bueno, y con el tiempo llegó a ser un gran virtuoso de las cartas
Ya la cosa se había pasado de
hervor y en cada semana el humor amistoso se transformó en una contienda bélica
Cambiaron de mazo al menos
cinco veces y al menos dos, el reglamento. Primero quitaron los comodines;
después agregaron inconsultamente, que los enganches no tenían límite; que no
podía haber un ganador en dos juegos seguidos; y finalmente el golpe de gracia:
Prohibieron cortar menos diez y el Chin Chon.
Todo para frenar a un amigo, devenido
en rival, y ahora enemigo
Probaron de todo sin éxito.
Hasta que uno, el más caliente de todos, propuso: VOS NO JUGAS MÁS¡! Y como era
evidente la derrota en los guarismos populares, tomó la decisión inteligente de
callar y acceder al pedido masivo
Se hizo a un costado y ni
siquiera lo dejaron anotar
Ya más relajados, los que quedaron,
se ubicaron con más comodidad en la mesa, y repartieron las cartas.
Hacían bromas entre ellos y
casi que ignoraban al que habían castigado
Llevaban jugadas dos horas y
dado vuelta el mazo siete veces, y nada; el aburrimiento era espantoso; se
empezaron a reclamar entre ellos; comenzaron los insultos y casi se van a las
manos; tanto que tuvo que intervenir el “castigado” para separar y calmar las
aguas
Una decisión más que
acertada, acordaron todos, al suspender la partida; llamados a recato y
reflexión, todos reconocieron coincidentes, que de no haber sido por la
intervención del “castigado” todo hubiera terminado mal
Le agradecieron y también se
disculparon. De alguna manera, le levantaron la condena
Cerraron ese capítulo y se fueron,
saludándose como caballeros
Ninguno se acompañaba porque
todos vivían en lugares diferentes y distantes de donde moraba el resto
El “castigado” era el único
que no tenía movilidad propia; así que pateó un par de cuadras, hasta la
avenida para ver si conseguía un taxi, porque era difícil que a esa hora pase
el bondi
Un taxi se estacionó donde
estaba parado esperando, sin que hubiera necesitado hacerle señas. Subió y tampoco
hizo falta que indicara el destino
Conocía el camino de memoria;
como todos los sábados a la madrugada, pasaba a buscar a su cliente porque le
causaba pena, verlo parado esperando con el bastón y sus anteojos oscuros, solo
y sin que nadie lo ayude
Nunca le cobraba un peso para
llevarlo hasta su casa
Ese día, se sorprendió,
cuando al bajar, el “castigado” le regaló dos comodines para la suerte, que
dijo haber recibido de cinco pobres tipos que perdieron todo en el juego…
Muy Bueno!!!
ResponderBorrarMuchas Gracias !!
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