¡¡GRACIAS A TODAS!!
Fueron las últimas palabras, antes
de dejar este mundo
Desde luego, que sorprendió a
todos los presentes, semejante e inesperada confesión
Consternada, la familia en
pleno que rodeaba su última morada de inmediato abandonó la habitación del
hospital, donde estaba internado
De hecho, no fueron al
entierro
Con sorpresa comentaban en el
velatorio, las señoras que se habían llegado desde Merlo, en representación del
grupo de la Iglesia a la que asistía la 3ra de las hijas de Don Salustiano
Algo que le pasó a todos los
que se acercaban a brindar el último adiós a su amigo. Como que la noticia de
su muerte no fue el impacto, sino su última frase antes de expirar
Que le habrá pasado ¿? Empezó
el Cura, antes de bendecir el cajón con desgano y por razones que no explicó se
negó a rezar el Rosario
Una cantidad de señoritas,
provenientes de distintas casas de citas, enteradas de su partida,
voluntariamente auto convocadas, munidas de pancartas alegóricas a la frase de
Don Salustiano, clamaban y vivaban al extinto
El cortejo fúnebre estaba en
duda falta de coches, qué por solidaridad a la familia, retiraron el servicio
Es más. En el responso,
tuvieron que llamar a los empleados del cementerio, para juntar gente, porque
nadie se acercó a despedirlo
En el frío mármol de su
lápida, un epitafio contundente: “NADA DEJAS” No querían saber nada de ese
viejo infame
Como todo en la vida… el
tiempo cura todas las heridas
Una de las más incisivas e
inquisidora con el viejo, fue Elvira, una de sus nueras, la que está casada con
su primer hijo
Ella fue la primera conversa;
UNA INJUSTICIA, lo que le han hecho a mi querido Suegro… Exclamó el primer
domingo de fallecido, en un intento de reunión, para comenzar a “repartir” sus
bienes
Cómo pueden acusar en vano, a
un abuelito de 96 años, que se pasó toda la vida, deslomándose por ustedes¡!??
El motivo de ese milagroso cambio de parecer aconteció limpiando la casa de Don Salustiano. La cara que puso Elvira, cuando encontró cinco cajas, con 100 fajos de 1000 billetes verdes cada una, dentro del mueble de la pieza, envueltos en fino pañuelo de seda, que acostumbraba a lucir, cuando salía a trabajar todas las noches, regenteando todas las casas de citas del barrio
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