Siempre pasa.
Cuando pasa,
ocurre después que pasan las cosas.
Quienes lo
promueven, lo hacen desde el terreno del francotirador clandestino, que tira a
matar, sin previo aviso y proceden tal su acostumbrado discurso.
Lo llevan en
la sangre. Cagan gente, con su cobarde accionar, que solo despliegan cuando el
público está ausente para matar arteramente a traición.
Mientras
tanto, conviven entre la gente. Se infiltran. Su principal virtud, es la de
ubicarse en el medio de todo y engaña con su doble discurso.
Todos saben quiénes
y cómo son, y aun así logran obtener adhesión en fieles fariseos que todo lo
aplauden, sin darse cuenta, que también son moneda de cambio para gente de esta
calaña.
Actúa como
vinchuca; insecto malicioso que chupa
sangre infectando su alimento defecando en él.
Todo quiere
saber, para hacer uso en su propio beneficio, que es la subsistencia estéril de
su vacío.
Es el
primero en levantar la mano y elevar su voz, para clamar premios y castigos.
Sus feligreses, apoyan como esnobistas, con tal de gozar del beneplácito de
estos parásitos, ignorando que son portadores activos sin vacuna que cure
semejante enfermedad.
Se prestan y
son usados sin pensar que serán depositados como residuos, cuando formen parte
de los que marchen del lado de los castigados, simplemente, porque los
victimarios, nunca cesan en su afán de ganarse un lugar y permanecer a costa de
la sangre que chupan hasta a agotar su propio alimento. Total, tienen la
habilidad de renovar la nómina de incrédulos que buscan notoriedad.
Claro, que
pasan las cosas; y es lógico que sean seres humanos quienes las provoquen. Vaya
novedad. Pero carecen de espíritu preventivo. No gastan energías en anticiparse
a las cosas. Dejan que ocurran, para salir luego con el dedo acusador de frases
facilistas como “yo sabía que esto pasaría” o “yo te avise”, para disparar a discreción
sus municiones, sobre los determinados sospechosos o culpables, que por
negligencia, decisión propia, o empujados por las condiciones establecidas,
como “reglas de juego”, cometen el pecado mortal de equivocarse.
El único
punto en común es que los hombres son responsables de sus actos. Esto no es un
juicio de valor; mucho menos, intentar acusar a otros, pero si algo hemos de
debe hacer, será fijarnos porque pasan las cosas y cuanto tenemos que ver, para
que ello pase.
Pero…los
justicieros actúan con la sensibilidad acostumbrada y han de ser inflexibles
con un desvío, para que aquellas personas sean pasibles de un juicio a su
conducta por mal ejemplo.
Claro que no
se ve TODA la historia; no se repasan las causas de porque ocurren las cosas. No
conviene; y no conviene porque hay una gran dosis de incidencia de los que
imponen las reglas de juego. Son los que siembran las trampas.
Esto no
exime a todos a buscar, a analizar las causas básicas de los hechos, para
evitar su recurrencia, y enseñar y aprender.
Pero no se
puede ignorar, que se propicia la tan necesitada especie de establecer la raza
perfecta; y en pos de eso se crean monstruos que citados como referentes, son
ídolos con pies de barro ungidos en con el bautizo del agua de la arrogancia,
se erigen en especialistas de todo y espejos donde nadie se refleja, para alimentarse
del día a día de las personas.
No deslindo,
insisto, que le quepa lo que corresponda a quien deba hacerse cargo de su
accionar, sea quien fuera.
Pero no
matemos, condenando a NO hacer lo que una persona sabe hacer, que es trabajar,
solo porque ha “equivocado”
Establecer
premios y castigos, impone en rigor, una gran sabiduría, que a la luz de los
acontecimientos, poseen muy pocas personas.
Aun contando
con basamento legal, cuál será la satisfacción final, luego de haber impuesto
la condena ¿?
No podemos
pensar, que el castigo sea ejemplificador, solo porque un fulano ha sido ajusticiado.
Ya esta; con esto no se equivoca más…me saco el problema de encima.
Lo
llamativo, es que siempre se refuerza el aspecto Castigo, y nadie sabe cuál es
el premio…
Los responsables
de condenar, son quienes dictan las reglas y a la hora de Enseñar te dan la
espalda.
No me
imagino a un Pintor, siendo castigado y a causa de ello, no puede pintar un cuadro…
A quien le
va importar ese tipo dentro de 20 años ¿??? Como se mide si aprendió o
simplemente se cometió justicia acelerada ¿?
La realidad
la encontramos del lado del acierto y del lado del error porque convive con
quienes desarrollan un trabajo. Eso es Verdadero, porque ocurre es tangible; se
puede aprender de ello. Lo irreal es la imposición de un castigo, que nada
enseña. Se trata de ir por la vida, dejando huellas, no cicatrices…
No es un trabajador
solamente; no se trata de un tipo con responsabilidad; es un SER HUMANO; uno más
de la larga lista de personas, que son olvidadas, y dejadas de lado, por esta
cumbre de cuervos, que los empuja, y los tira, y los usa, hasta que ya no
sirven mas; hasta que no brinda mas dividendos.
Cuidado;
porque el que hoy cree, que tiene asegurado un puesto de trabajo, o un lugar en
la vida, es hasta que te equivoques, o equivoques el camino que se estableció
como NORMAL, entonces, serás enjuiciado y sometido, despojado y olvidado.-
La visión
simplista, seguramente, dirá, “Bueno, el se lo buscó”, y será aceptado por el
común de la sociedad, que aplaudirá y pedirá a gritos que ese fulano sea
colgado y crucificado.-
Y cada vez
que pasó, pasó luego de ocurrido el hecho. Siempre, hubo un común denominador.
El alcahuete, que lleva la información, al insecto que vive de su sangre.
Ambos son
felices así. Uno ignorante de su accionar. Se transforma en un dealer que comercializa
el alma de sus compañeros, para lograr un lugar en la consideración de quien
teme, pero se somete a su arbitrio.
El otro….el
otro seguirá levantando la mano y elevando la voz, pidiendo se otorguen premios
y castigos…
Pero no
tolera la condena social a su triste proceder, simplemente porque se escuda en
que HIZO LO QUE LE PIDIERON QUE HAGA….tal como ocurrió hace 2000 años, cuando uno
se lavó las manos, dando lugar al pedido popular que clamaba castigo sin piedad
a quien consideraban culpable… todos conocemos esa historia…