Da lugar a un sinnúmero de cosas, que llevas dentro de ti.
Nunca las olvidaste; Siempre las has hecho. Pero es como si en una entrada a
boxes, te das cuenta, cuál es tu escudería; tu lugar; y en una conclusión cuya
inmediatez tiene la misma antigüedad que vos, aparecen nítidas, aquellas cosas
que tenías dispersas, y como un efecto molecular se juntan, para darle la
consistencia que siempre tuvieron y forjaron tu personalidad, tu carácter, tu
ser propia mente dicho.
No se trata de una afirmación sectaria. Menos aún de un
postulado egoísta. Es el encuentro con vos mismo. Con tu esencia.
Mira. Desde chico lo venís ejerciendo. Es la vacuna de la
vida, que te otorgaron los viejos. La que hace, que allí donde vayas, que no
sepas del lugar, que no conozcas a nadie, esa reacción celular, te va a
arrimar, cerca de quienes son tus semejantes.
Por eso, cuando formas parte de un grupo; aunque no sean esos
amigos de la vida, son las personas, que tienen la misma composición genética,
y que logras entenderte…..te identificas rápidamente, y es esa la camiseta que
te pones, y el idioma que hablas. Seguro. Pero seguro, que esa gente, es la
misma, que le pasan las mismas cosas que a vos.
Los que transitamos el mismo camino, en algún punto nos
cruzamos.
Con esas personas, compartís una charla, y sin formular
acuerdos se afirma que el sol, sale por donde uno lo ve, y la luna esta
enganchada a ese sol, por un hilo y que eso explica claramente, porque cuando
uno se va el otro aparece.
No hace falta ponerle título, cuando hablas del placer que
otorga el aroma del humo de cualquier parrilla. Porque todos saben de qué se
trata.
Cuando se habla de manjares, tan solo citando el pan con
manteca, cualquier otro aspecto gourmet queda desterrado y casi seguido sale
solo, el asunto ese de salir a jugar.
En esa instancia, parece ser, que la gestación ha sido realizada
por una sola semillita, porque todos parecemos hijos de la misma madre.
Ese guiño solo lo podes sostener, con los del palo. No hay status
social. Hay código y mística barrial.
Formar parte….ser parte de un grupo de pertenencia, no
necesita un carnet de afiliación. No es necesaria la billetera, ni tener auto.
No debes exponer un pedigree académico, ni tampoco desarrollar teorías económicas
salvadoras de la humanidad. Solo debes ser vos mismo y portar en tu sangre, en
tu corazón, esa marca que te identifique con el resto.
Las causas empiezan a tomar sentido, en el momento que logras
el vínculo. No es fruto de ninguna casualidad. Es el sólido argumento de vida,
por el que tanto bregaron tus viejos. Los que terminas de conocer, son los que
te van a convidar un mate, se van a interesar por vos, y te van a abrir las
puertas de su casa; son los que te van a salir de testigos de quien sos, y partirán
el único pedazo de pan, que tienen, para darte de comer.
Elegir con quien te juntas, y de qué lado estas, no es un
ejercicio estratégico y de conveniencias. Es una acción genética y natural,
donde por identificación, encuentras en otro a tu semejante, que pasará a
formar parte de ese vínculo invisible pero sólido y consistente que dará vida a
la vida, y afianzará el carácter, dará razón a la elección el camino. Donde
seguro, te volverás a encontrar con muchos más que también elegirán lo mismo
que vos.