No solo hay que serlo sino también parecerlo dice el dicho
Cada quien lo aplica como quiere. Pero siempre se lo ha relacionado
a cuestiones vinculadas al comportamiento a la coherencia de los hechos, los
dichos y las formas
Es solo una muestra de la cantidad de dichos populares que
abundan y quizá una de las más representativas
Algunos dichos mantienen su identidad; varios de ellos han caído en desuso; también aparecieron muchos andan pululando que han sido deformados y otros tantos que nacen en cada esquina.
Pero la médula de todos ellos, sigue siendo binario.
Pareciera ser, como que la creación tuvo una intención y las personas nos
identificamos entre “nosotros y los de la vereda de enfrente”; pasa en el
futbol; en la mesa dominguera; en la política y en la religión¡!!
Aunque nadie imaginó que una frase trascendería a todas las
anteriores. Por su carácter; por su impronta; por el rigor terrenal; por su
vuelo conceptual; por el origen medular de las palabras; por el desnudo de la
realidad expuesta y porque dicha por “Lapicito”, generaba un impacto que no se
podía ignorar por la crudeza de su expresar.
“Lapicito” vivía en una pieza, junto a sus 9 hermanos y su
vieja. Al fondo de un pasillo que había que caminar 100 metros para llegar
hasta la casilla de madera y techo de chapas, con la cara del Diego en la
puerta; ese era su arte. Dibujaba muy bien; con eso se ganaba unos mangos, que
aportaba en la humilde familia de bajos recursos, para ayudar a la vieja a
mantener a sus hermanitos que eran su orgullo y estaba todo el día afuera para
que no les falte de comer
Nunca quiso entreverarse en esa dicotomía de “nosotros y los
de la vereda de enfrente” pero cuentan que un día, mientras estaba pintando un
mural en las instalaciones de un prestigioso Club de futbol de primera; el
presidente viendo el entusiasmo con el que hacía su trabajo, se acercó para
apreciar su obra y de paso consolidar otro vínculo, ya que viendo que realmente
era bueno en lo suyo, enseguida le pidió algunas “gauchadas”
Amable y respetuoso, “lapicito” le respondió sin alterar el
tono de su voz; “vea señor, no lo tome a mal, vio; pero si hago gauchadas en mi
casa no comen, me explico ¿?; un trabajo lleva tiempo; y el tiempo es oro y yo
apenas le saco unas monedas…, así que me va a tener que disculpar, pero no”
Cuando llegó a su casa, por la noche tarde, compartiendo lo
que había, sentados todos amuchados alrededor de la mesa, “lapicito” contó lo
acontecido a sus hermanitos y la vieja, quien sorprendida le preguntó porque no
quiso hacerle esas gauchadas; “lapicito” dijo a su madre: Porque no me quería pagar
y ¡Es más rico que un guiso de lentejas!
Le dio un beso, se agarró una mandarina y se fue a contarle
un cuento a sus hermanos antes de dormir.
Imagen: https://latinta.com.ar/2023/05/12/fotogaleria-mural-futbol-hace-pintar/