domingo, 7 de noviembre de 2021

Joker

La rutina era los viernes. Picada acompañada con vermut de aperitivo y por lo general unas pizzas abonada a la romana

Siempre eran los mismos. No pasaban de seis y nunca eran menos de cuatro

Como de costumbre, cerraban jugando a las cartas, hasta las 2 o 3 de la madrugada

Como de costumbre también, un único ganador; lo que comenzó como una sana costumbre viró violentamente a un evento donde todos menos uno, asistían para provocar al sostenido triunfador

Sostenido triunfador, que viernes tras viernes, les daba verdaderas palizas y por eso, en ese acostumbramiento, el último viernes, nuevamente escucharon: GANÉ¡!

Chin Chon¡! Exclamó y ahí nomás desplegó sobre la mesa su juego: Escalera de oros del 1 al 7

Ya había cortado menos 10 en las últimas cinco manos y coronó el juego de este modo

Tenía fama de suertudo y en los últimos tiempos, venía con una seguidilla de triunfos, pero esa noche, alcanzó con justa razón, el reconocimiento máximo que a un jugador de su nivel: “QUE TE PARIO, NO SE PUEDE CREER EL CULO QUE TENES”

Porque una cosa es saber jugar, y otra muy distinta es ligar siempre

Ni hablar los que miraban de afuera, por haberse enganchado tres veces

El juego era por guita, y este los tenía hartos llevándose siempre la recaudación

En honor a la verdad, era bueno, y con el tiempo llegó a ser un gran virtuoso de las cartas

Ya la cosa se había pasado de hervor y en cada semana el humor amistoso se transformó en una contienda bélica

Cambiaron de mazo al menos cinco veces y al menos dos, el reglamento. Primero quitaron los comodines; después agregaron inconsultamente, que los enganches no tenían límite; que no podía haber un ganador en dos juegos seguidos; y finalmente el golpe de gracia: Prohibieron cortar menos diez y el Chin Chon.

Todo para frenar a un amigo, devenido en rival, y ahora enemigo

Probaron de todo sin éxito. Hasta que uno, el más caliente de todos, propuso: VOS NO JUGAS MÁS¡! Y como era evidente la derrota en los guarismos populares, tomó la decisión inteligente de callar y acceder al pedido masivo

Se hizo a un costado y ni siquiera lo dejaron anotar

Ya más relajados, los que quedaron, se ubicaron con más comodidad en la mesa, y repartieron las cartas.

Hacían bromas entre ellos y casi que ignoraban al que habían castigado

Llevaban jugadas dos horas y dado vuelta el mazo siete veces, y nada; el aburrimiento era espantoso; se empezaron a reclamar entre ellos; comenzaron los insultos y casi se van a las manos; tanto que tuvo que intervenir el “castigado” para separar y calmar las aguas

Una decisión más que acertada, acordaron todos, al suspender la partida; llamados a recato y reflexión, todos reconocieron coincidentes, que de no haber sido por la intervención del “castigado” todo hubiera terminado mal

Le agradecieron y también se disculparon. De alguna manera, le levantaron la condena

Cerraron ese capítulo y se fueron, saludándose como caballeros

Ninguno se acompañaba porque todos vivían en lugares diferentes y distantes de donde moraba el resto

El “castigado” era el único que no tenía movilidad propia; así que pateó un par de cuadras, hasta la avenida para ver si conseguía un taxi, porque era difícil que a esa hora pase el bondi

Un taxi se estacionó donde estaba parado esperando, sin que hubiera necesitado hacerle señas. Subió y tampoco hizo falta que indicara el destino

Conocía el camino de memoria; como todos los sábados a la madrugada, pasaba a buscar a su cliente porque le causaba pena, verlo parado esperando con el bastón y sus anteojos oscuros, solo y sin que nadie lo ayude

Nunca le cobraba un peso para llevarlo hasta su casa

Ese día, se sorprendió, cuando al bajar, el “castigado” le regaló dos comodines para la suerte, que dijo haber recibido de cinco pobres tipos que perdieron todo en el juego…

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