Con un dejo de tristeza y
mucho de grato recuerdo, no puedo dejar de tener presente a mi Papá, quien se
fue, pero ESTA, y compartir algo que me llevó un tiempo escribir y que aún no
ha sido dado a conocer, pero que es parte de mi, como algo mágico, como un
relato que lleva mucho de mi vida, y que como siempre pasa, suena mas fuerte
cuando alguien muy importante se ha marchado.-
Para todos los Papás un
Feliz día, valoren todo cuanto tienen, porque es único e irrepetible.-
Un Fuerte Abrazo
Patricio
……………Años mas tarde, tuve la oportunidad de pisar el
césped de la Bombonera. Una mañana de sábado, ocasionalmente, por el barrio de
la Boca, pasé por la puerta de la calle de los antiguos palcos, y el personal
de maestranza, se encontraba trabajando.
Uno de los controles, se encontraba de guardia en una
de las entradas, y no pude resistir la tentación; le pedí permiso, e incrédulo,
pensando que sería una negativa la respuesta, me dejó entrar, no solo hasta
ahí; me dejó recorrer, todo el terreno.
La emoción y el sentir en la piel y en el corazón se
unieron; la imaginación con los ojos llenos de lágrimas; por un momento cerré
los ojos, y la brisa que cruzaba la cancha, fue la 12 coreando mi nombre y yo
agradecía aplaudiendo manos arriba; la imponencia de ese estadio, vacío, me
hizo reflexionar sobre la suerte de aquellos muchachos, que por suerte se ponen
la bostera, y pisan esa cancha llena de gente alentando, y ni por un
momento se me pasó no dejar todo; porque resulta imposible no hacerlo, en es
teatro en ese coliseo; Nunca creí que ese templo sagrado, me llegaría a
emocionar profundamente, juro que una lagrima corrió por mis mejillas, y los
sueños frustrados, pudieron al menos, imaginar jugadas, pisadas y goles míos,
desde un rincón del corazón y a solas, sin mas festejo de una leve brisa que
cruzaba la cancha.
Ya cercano a mi cumpleaños, por el 2000, cuando Boca,
disputó y ganó la Libertadores y la Intercontinental de ese año, mi Padre, me
preguntó (como preguntaba año tras año), que quería de regalo.
Se encontraba como respuesta como todos los años: La
Camiseta de Boca.
Por supuesto, año tras año, me regalaba, lo que el
quería o lo que podía. Pero, en su respuesta, todavía encontraba, la irónica
respuesta ¿la camiseta de Boca?¿para qué?
Pero ese año: UN MILAGRO.
Nuevamente la Pregunta, y la misma respuesta.
Entonces, mi Padre, ya viejo, tal vez, cansado, porque no, sorprendido, porque
un grandulón, todavía requería la camiseta, SU CAMISETA.
Pregunto: ¿por qué?. Entonces, la oportunidad de
cerrar el rencor, y el silencio; la amargura y el llanto, se transformaran en
palabras de hombre, que como niño tembloroso y temeroso enfrentó a su padre, y
respondió:
“Quiero mi camiseta, porque desde siempre llevo un a
eterna y permanente amargura; porque me la debes desde que nací; me la debes
desde que le regalaste a otro lo que era mío, postergando sueños e ilusiones, y
porque desde entonces siento un vacío que nunca pude completar”.
Mi viejo, se tomo un rato; juro que su silencio, me
lastimó; porque no sabía si se me había ido la mano. Me miró, sonrió, y quedo
ahí.
El día de mi cumpleaños; me entregó una bolsa; era de
una casa deportiva de marca; pero de marca cara; evidencia que invirtió una
buen cantidad de dinero; en su interior, se encontraba reluciente la Camiseta
de Boca.
Me abrazó, me pidió perdón y me dio las gracias, por
haber sido mas paciente que el, y esperar tantos años, por este obsequio; me
pidió perdón por haber sido egoísta y ciego y no saber valorar al hijo que
tanto quiere y que poco sabe manifestar. Un abrazo fundió y sello para siempre
esa distancia, que solamente el fútbol es capaz de unificar.
Hasta el día de hoy, guardo, por el resto de mi vida,
esa camiseta, como la presea más valiosa que jamás haya recibido. Nunca nada,
reemplazará el valor histórico y moral que esa camiseta tiene para mi.
Gracias Papá
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