Que se yo ¿?? A mi que me decís ¿?
Increpó con
vehemencia el Cacho de Suarez, al Poli que le preguntó si había visto al negro Araca
Claro;
ocurre que el morocho era un malandrín y hacía unos días que andaba
desaparecido y no iba a ser el Cacho, su más íntimo amigo, el que le bata a la
cana, donde estaba; aunque en verdad no sabía por dónde joraca andaba, porque se
borró sin decir nada
Tipos de
códigos; ninguno iba a evadir esa barrera, ni siquiera a punta de pistola
Se la tenían
jurada al negro y todo parecía indicar que de esta no zafaría, porque lo venían
buscando de hace tiempo y le cercaron todos los bulines donde acostumbraba a perderse
Araca era un
bravo de verdad. El típico macho que se la banca contra quien sea donde sea
Quizá por
eso llamó la atención que no diera la cara; al menos hubiera dado señales de
vida a su gente de confianza
Conforme
pasaban los días, ya no solo el cobani le seguía las huellas, sino todos los
miembros de la barra que acostumbraban a parar en el boliche del viejo Antúnez,
sobre la avenida 9 de julio casi llegando a la Almirante Brown
Solo quienes
llevan su hombría bien puesta atraviesan esa zona de noche y muy pocos se paran
en la esquina a fumar un pucho
Lo más
elogiable de estos vaguitos, es que no andaban calzados; sino que se jugaban su
honor tan solo con su estampa y si había que meter mano… allá se mandaban
Jamás se
achicaban; iban al frente como locos. Bancaban la parada. Cuanto más brava, más
enjundia le metían
Cuando ya
habían pasado varias semanas, sin levantar la perdiz, el Cacho decidió salir a
buscarlo
Le conocía
todos los tugurios y bulos donde el negro se metía
Una por una,
golpeó las puertas sin resultado
No aparecía
por ningún lado
Un pibito,
de esos que solía andarles alrededor, le batió la justa. “El negro está en la
casilla que el guardia de la estación de tren dejó libre hace unos meses” anda
que lo vas a encontrar seguro
Sin poder
creer lo que estaba escuchando, el Cacho salió decidido para la estación;
montado en su bici, le llevó unos minutos llegar hasta las vías y allí, tal
como le había contado el pibe, estaba el negro; sentado en un cajón; con una birra
en una mano y un pucho encendido en su boca
Echando humo
lo saluda “que haces Cacho”
“negro la
reputa madre, sos boludo vos” cómo te desmarcas así sin avisar
Amigo de los
amigos el negro lo calma y le convida un porrón bien frappé y entre ambos
renacen las risotadas
Con los ojos
eyectados en sangre, mirándose sin mirarse, sin poder sostenerse en pie; pasados
de tantos fasos compartidos, tenían menos reacción que un DKW en subida, como
pudieron se pararon. Tambaleantes como trompos no se sabía cual de ellos iba a
caer primero
Algo
inesperado pasó. Alguno le fue con el cuento a la cana y se montó un operativo
sin precedentes para la barriada
Cinco patrulleros
con 2 tanquetas y una jauría del destacamento de sustancias peligrosas se
acercaban por la calle paralela a las vías
Estaban jugados;
o enfrentaban a suerte y verdad su destino, o salían corriendo; opción que
descartaron de cuajo, porque no hacía juego con los antecedentes de su prontuario
De repente, de
la nada, se apareció el guardia de la estación corriendo, agitado y sin
aliento, gritando a viva voz “ARACA… LA CANA” y así fue como nació la historia
de como dos guapos presenciaron pasivamente como la policía se llevaba detenido
al Guardia para averiguación de antecedentes por encontrar en su casilla,
estupefacientes y bebidas alcohólicas en su horario de servicio
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