Sábado
por la tarde. Un día más tal vez. Pero no para mi hermana Daniela y para mi
Por la elocuencia de sus rostros, a mis padres también les causó algo más… con esas “sorpresas” inesperadas y no consensuadas
Regalo de tía Julia y tío Eduardo
Blanco como capullo de algodón, ahí estaba… moviendo la cola como si nos conociera de toda la vida. Lo bautizamos Pompón y fue un amor a primera vista
Junto con la pelota, era el juego preferido
Compañero fiel. Mil tardes acompañó la espera hasta que mi Mamá nos dejaba salir a jugar
Cómo sabía pompón a qué hora venía de la escuela ¿? No lo sé. Solo puedo decir que estaba allí en la puerta saludando mi llegada
Cuánta alegría toda junta, nos hacía sentir pompón.
Una alfombra de colores cobijaba su sueño y una cucha improvisada su casita
Por las noches de frío y tormenta, le pedíamos a Papá, que nos dejara entrar a la casa. Cómo iba a estar solo, allí afuera, pobre mi pompón
Las caritas que hacía, sentadito en la puerta de la cocina, rasgando el tejido con sus patitas con pretensiones de ingresar.
No había día que quería que pase rápido la noche, para volver a salir al patio a jugar con el
La alegría que tuve, aquella mañana, que Mamá me dejo llevarlo al colegio¡! Cómplice de mi orgullo, pompón me hizo sentir más que importante
Instinto canino o destino de celestino. Como sea, supo quién era la chica que me gustaba y el muy bicho se arrimó donde ella estaba a hacer sus gracias y mover la cola… como para hacerme gancho o tirarme el centro para que la encare
Algo exagerado tal vez. Seguramente al borde del lirismo. Pero el pompón era mucho más que una mascota. No era un perrito más. Era un vínculo entre el niño y lo que con el tiempo forjé
Nada fue lo mismo, después de Pompón
Nada termino siendo igual antes que el
Una locura para algunos. Una expresión de amor, para muchos
Solo tengo una foto con él. Bordados mil recuerdos, me remiten siempre a aquel sábado.
Habrá sido el destino o simplemente la magia de los días que tampoco saben que traerá el mañana…
Yo tampoco lo sabía, hasta que un día, sin mediar palabras, su blancura se fue de mi patio y las preguntas que nunca tuvieron respuestas aún
siguen martillando en mi mente
Que pasó Papá ¿? Dónde está pompón Mamá ¿? No encontraba explicación
El silencio de mis padres, tan elocuente como aquella sorpresa no consensuada, reflejaba en sus rostros mis lágrimas que contrastaba con la
alegría de aquel lejano día
Nunca pude comprender lo que pasó. Porque se fue
Sentí la pérdida muy dentro de mí. Se me partió el corazón y recién allí supe que era el dolor
Para nosotros fue el primero y el único
En cada vuelta de esquina, tenía la ilusión de encontrarlo
Muchas veces hasta me parecía escuchar, rasgar el tejido de la puerta
Nada pudo reemplazar su ausencia. Nunca más he vuelto a ver un perrito con su blancura, así de hermoso
Nunca más he vuelto a hablar de eso… como si se me hubiera congelado el alma
Nunca le pregunté a la tía, que fue lo que la llevó a traernos de regalo a pompón
Aquel día fue el más feliz que jamás imaginé podía tener
Vaya a saber si habrá sido el destino o simplemente la magia de los días que tampoco saben que traerá el mañana…
Tu relato llega al corazón haciéndome temblar de emoción...tus letras conmueven...
ResponderBorraresos recuerdos remueven los míos...imagina cuántos pasaron desde que era una niña...muchos ciclos de recibir con alegría y despedir con llantos...recuerdo sus nombres...y cuánto festejaba cada nuevo encuentro, nuevo nombre, nueva ubicación en mi corazón...ahora ya no quiero sufrir nuevo ciclo y vivo de los recuerdos de los que ya viví.
Saludos cariñosos Patricio...
Graciela
Estremecen las palabras de tu comentario Graciela. Todo late en el alma, se revive en la mente y se refugia en el corazón. Paz y Bien
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