Cómo esto que nosotros, acostumbramos a comparar todo cuanto
hacemos con fútbol, viene desde el fondo la historia.
Aunque pareciera que en los últimos tiempos, se perfecciono
hasta el vocabulario, porque parece ser, que si no hablas de ese modo, no te haces
entender.
Más te digo. No hagas el intento, siquiera de explicar algo
en términos monetarios, porque además de que te miren de costado, van a pensar
que sos un creído. Así que deja eso para los que manejan cheques y cuentas
bancarias abultadas.
Vos dedícate a saber cuál es tu ubicación en la cancha, y a
estar muy atento, porque si no el rival, te va a partir en dos y te va a pasar
lo que le pasó al Marcelo.
Era un crack en eso del chamuyo futbolero. Pero... créeme lo
que te digo. Un Fenómeno de selección. Todo sabía. Manejaba una situación, como
el mejor 5 en partido chivo. Se lucía como un 10, cuando limpiaba rivales, y se
la dejaba servida al 9; sabía definir
como goleador y manejaba el resultado si faltaba poco para terminar; era de los
que le daba parla al referí, y hasta hacía expulsar rivales.
Por eso llamó la atención lo de aquel día.
Porque Marcelo, sabía TODO, y que le pase esto justo a él, no
dejaba de sorprender.
Aquel día, salió de su casa, que él le decía “la
concentración”, como todos los días,
para tomar el tren, después el bondi o el subte y así llegar a su
laburo.
En el viaje, no venía distraído, sino por el contrario,
repasaba la estrategia y como todo talento, también se dejaba llevar por la
repentización y la creatividad, porque él siempre decía, que “El factor
sorpresa, siempre agarra al rival mal parado”, cosa que era cierta, en un
aspecto, pero muy arriesgado en otro, ya que Marcelo, se estaba acostumbrando
cada día más, a confiar en esos atributos, más que en la atención a los detalles.
Era lógico, que así sea. Su natalicio indica que Sagitario era
su signo, y el centauro, no deja de galopar libre, y sin ataduras, y el cumplía
al pie de la letra esa condición.
Hacía honor a su signo, y cuando la cosa se ponía fulera,
buscaba en los Astros, la respuesta a los problemas que le aparecían, mirando
al cielo, como buscando el guiño que le hiciera saber el camino y con la
inconstancia propia de su ser, adivinaba mucho más que preparaba el camino.
Confiado siempre en su instinto, aquel día, encaro “el
partido”, recostado sobre la raya, como con intención de volantear a un toque.
En el viaje, recibía el saludo de todos quienes lo conocían.
Se había ganado el cariño de la gente; era muy simpático, y regalón. Era ídolo
de hinchadas rivales, y eso le daba prestigio, y palabra autorizada.
El primero que se le cruzó fue el cadete. Ahí nomás la
primera indicación. “nene, si vas tenes que volver”; cualquiera que sabe de
esto, tiene pasta, como para darse
cuenta, a que apuntaba la indicación. Como todo pibe, se distrae, y en un
partido, hay que estar con los ojos bien abiertos.
Se fue el cadete, y mientras se preparaba el café, el que
llega al cuartito es Giménez. Un duro, que juega de dos, haciendo la vigilancia
del edificio. Cara de pocos amigos; pocas palabras. Cara de malo y feo. No
tardó en arrimarle la recomendación. “Fiera, no dejes pasar a nadie ehh”; ahí está.
Parece complicado, pero para las intenciones de Marcelo, esa indicación, era
vital para llegar al final de la jornada sin sobresaltos.
Salió caminando para su escritorio, y se juntó con Marquez,
Garcia, Epinosa y Gutiérrez. Con el
índice los apuntaba y les dijo “muchachos, hoy con 4 volantes, bien aguerridos,
porque tenemos auditoria, así que nada de lujos”
A Margarite, le tenía reservada la mejor parte de la arenga.
Era el virtuoso. Un exquisito. Pero se colgaba seguido. No siempre lo
encontrabas donde tenía que estar. Se borraba al quinto piso, a ver a una
minita; bajaba hasta hall a fumar, y a hacer rostro, y le encantaban los
elogios, que la gente de otros sectores, acostumbraba a regalarle. Tenía facha
el Marga, y era un poquito creído. Así que había que saber hablarle y tratarlo,
porque su sensibilidad, era extrema y como era capaz de ganar el solo también
te dejaba con uno menos, porque se iba del partido.
Sus palabras fueron paternales. “Marga….usted sabe…!!” “Vaya
y haga lo que sienta…” Quienes fueron testigos de aquellas palabras, lo cuentan
con lágrimas en los ojos.
Faltaba el punta. El asesino del área. Los ojos de Garategui,
eran vivaces, chispeantes; era un chorro en florida a las tres de la tarde.
No se la dejes picando porque te la manda a guardar. Sus
compañeros le decían “ganzúa” porque no había combinación ni candado que se le
resista
Entonces delante de todos, lo tomo de los hombros, y le dijo
“Gara…te va a llegar una sola y la tenes que meter ehhh”
Misión difícil, para otro. Pero para Ganzúa, era moneda
corriente. Su puesto en la oficina era recibir reclamos de clientes….y se decía
que no llegaban mas de tres o cuatro en el año. Así que estaba acostumbrado a
boyar al pedo, y que le llegue poco juego.
Por eso, sorprendió aún más lo acontecido. Porque Marcelo,
había preparado todo, para tener un día sin sobresaltos; hasta que llegó el
minuto fatídico.
Los auditores, tenían un as en la manga; inesperado hasta
para el mismísimo Marcelo. Pusieron en el equipo a dos tremendas Bombas. Una
morocha y una pelirroja, que tenían más aductores, que Ruggeri, y estaban
vestidas, para el combate.
Marcelo lo miró a Giménez, como preguntando “Porque los
dejaste pasar ¿??”; ya para ese momento era tarde. Muy tarde.
El Marga y Ganzúa fueron absorbidos, literalmente, por esas
dos bestias. Quedaron atrapados por los encantos de esas piernas, y esos
cuerpos, y no supieron zafar de esa estrategia, muy bien pensada por el grupo
auditor, que si había estudiado al rival previamente.
Marcelo, tal su condición sagitariana, resoplaba mirando al
cielo, buscando una respuesta.
La estaba pasando muy mal. Se le estaba quemando el rancho y
todavía faltaba mucho, porque esto recién empezaba. No solo el Marga y el
Ganzúa, estaban atrapados en la maraña que tejió el rival, sino que además pasó
al ataque, y la línea de volantes aguerridos, no paraba ni a un Play móvil.
El final estaba cerca. Marcelo lo sabía, y arriesgo la última
carta. En un break, ofrece al visitante, compartir una bebida….
Se sabe. Es un secreto a voces. No tenes que tomar del bidón
del contrario…
La morocha, no dejaba de ir a al baño; la pelirroja
directamente pidió retirarse antes, porque no se sentía del todo bien.
Ahora sí. Marga y Ganzúa, empezaron a desplegar su talento.
Cuando faltaban minutos para cerrar la jornada, Marga, se larga con papeles dominados,
y encara al auditor líder, dejándolo boquiabierto, por la displicencia, con la
que le dio el pase al Ganzúa, para que embocara, tal como había presagiado
Marcelo, “con la única que le llegaría en todo el día”, mostrando que NO
TUVIMOS RECLAMOS desde el mes de Febrero ¡!!!
Todos miraban los relojes. Pedían la hora. Se levanta la
auditoría, y se notifica que pasaron con éxito la misma, aun cuando pudieron
haber estado mucho mejor, alcanzó con el informe que presentó el Ganzúa, sobre
la hora, para que le extiendan a la compañía el título esperado.
Todos formaron un círculo, cuando Marcelo, recibió la mención.
Lo celebraron, con un fuerte abrazo en medio de la oficina, y
fueron a festejar al vestuario, y desde afuera se escuchaban cantos alusivos a
la Morocha y la Pelirroja
Por moción del propio Marcelo, se mandó a lacrar el bidón y
el dispenser, alegando que solo era gatorade…
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