Le otorgaba a la oración diaria, la acción que conjugaba
Al sujeto con el predicado en aquel barrio mágico
Donde de día eran casitas bajas, con aromas de cocina y de
limpieza
De madres haciendo compras y chicos en el cole
Y por las tardes un campo de juegos y compartir hasta la
noche y aprender
Cosas que jamás se olvidan
Allí forje en sueños, a un amor que atesoré entre zarandeos y
compases y la timidez, que la vergüenza
gobierna, ocultó mi amor y nunca le hice saber de mi silencioso sentir, más que
por una mirada o la insinuación a través del rubor de mis mejillas…
Aquellos días pasaron…pero patentaron en mí la esencia y
dieron forma a la manera de ser…mi manera de sentir, sellando su impronta, que
aún me acompaña...
.…moderando la timidez, que sigue gobernada por la vergüenza
y tal vez por eso, la mirada y el rubor, cuenten con la ayuda de la expresión,
en palabra y la escritura, para que desde allí, pueda decirle a aquella chica,
cuanto la quiero…
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