El viejo Dirty

Si había un fanático de lo natural, ese era el

Descendiente de colonos galeses, sorprendía porque no tenía una sola semejanza con el porte de aquellos gringos

Algunos comentaban qué al llegar los primeros inmigrantes a mediados del siglo XIX, fueron mal inscriptos en la aduana, y portaron esos apellidos por varias generaciones

Solía decir de su auto “es como si fuera una parte mía”

Un fierro, tal su definición. Una máquina que nadie se atrevía a tocar y poco menos pedírselo prestado…

Son uno para otro, dijo el pibe que vendía diarios en la esquina

En el barrio, los vecinos le dejaban el lugar. “SU” lugar, porque nadie quería ocupar ese sitio

De lejos parecía un collage. 

Además de construcción maciza y a la antigua. Cuentan que una de las peores tormentas, lo agarró estacionado en la calle. Cayó granizo muy fuerte, y luego heló toda la noche, y el auto quedó como siempre¡!

Algunos habían querido imitar su fórmula, pero sin éxito. Se necesitan años para lograrlo, decían los más viejos del barrio, que lo conocían desde siempre al viejo Dirty

Es más. Muchos dicen, que todo comenzó, cuando lo quisieron bautizar a la fuerza, y aun siendo un recién nacido, el agua bendita, ni siquiera lo rozó…

Cosa e ‘mandinga, dijo la Señora de Corvalán, la curandera, que algo conocía de esa historia, y también contó la suya: “NUNCA LE PUDE TIRAR EL CUERITO”

Y algo de eso había; porque ahí nomás, el Rosendo, que había sido sorteado con el viejo, para cumplir con la Patria, haciendo el Servicio militar, recuerda que en la revisación médica le firmaron el documento le dieron la baja; pero antes lo rociaron con desinfectante

Evidentemente un misterio para muchos. Menos para Don Ulloa, que vive a dos veredas que el viejo Dirty.

“Noooooo que va a estar bichado” dijo; “Lo que pasa es que no es muy amigo del juenton”

Y no estaba muy errado; porque la casa del viejo Dirty, no tenía siquiera un cartel con el número o el nombre de la calle

No hacía falta. Todo el mundo sabía dónde vivía por el auto estacionado en la puerta…