miércoles, 20 de noviembre de 2024

Donde se come...

Ingresó al salón con la misma determinación con la que había partido

Sus manos sujetaban con firmeza aquello que había ido a buscar.

Preciado tesoro, del cual solo quedaba un ejemplar y ahora estaba en su poder

Parado a lo malevo, con las rodillas pegadas y el cuerpo encorvándose, como si le molestara algo, miraba desafiante a quienes se encontraban delante de él

Se lo notaba extasiado por el logro y algo más apurado que cuando había salido e inmediatamente se abrió paso entre las mesas del bar y esquivando a aquellas personas, le preguntó al mozo con la desesperación en su rostro, recibiendo la clásica respuesta “al fondo a la derecha” y se mandó velozmente con el diario que había encontrado en el cesto de la basura.

No pasó ni un segundo que a un estruendoso manifiesto de placer le siguió un sepulcral silencio y a continuación un grito desesperado repleto de angustia y vergüenza, porque lo que no advirtió por el apuro es que en la puerta donde ingresó decía “cocina”

 

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