lunes, 15 de noviembre de 2021

Un Esfuerzo para el Señor Otero

De estrellas su manto

Nocturno cielo cubre

De sueños sus sueños

Arropa de calidez su luz

El descanso de tu paz

Brillando en tu piel

Como luciérnagas en el campo

El color de sus caricias

Porta tu cuerpo…

 

De repente un violento e insistente TOC… TOC… TOC… golpea a la puerta, cortando la inspiración

OIIIIGAAAAAAAA, HACE UNA HORA QUE ESTA ENCERRADO AHÍ

Cuestiones de baños públicos y las urgencias ajenas, que insensibles al arte, interrumpen la creativa prosa

Encima de males sin papel… lo cual complicaba la escritura que a la fuerza gestaba

 “Ya casi termino” atinó a decir en voz bajita

Con la cabeza gacha, abrió la puerta y sin lavarse las manos, enfiló para la escalera que lo depositaba en el Hall central de la estación

Desde el Altoparlante, se anuncia el embarque, con destino a la Ciudad de Santa Fe, por el Anden 2, en 15 minutos

No se tenía que despedir de nadie. Llevaba un bolsito flaquito de peso y desteñido de color

Carita de bueno. Respetuoso se formó en la hilera de gente con su pasaje en mano.

Quien hubiera imaginado, que ese muchacho esmirriado, tenía una pasión que había conservado toda su vida, con el más absoluto celo:  La escritura

Los golpes en la puerta de aquel baño lo privaron de concluir sus versos.

Bendecido con ese don, un talento singular ejercía al escribir. Lo hacía donde sea. En los árboles. En las paredes. En los caminos de tierra

Claro… al no firmar, ni siquiera con pseudónimo, nadie sabía quién era el autor de tales maravillas poéticas

Como todos los últimos viernes de cada mes, regresaba a su provincia y de allí se tomaba, una combi hasta Sastre; su pueblo; para pasar unos días con sus amigos

Vivía solo, en una casita muy humilde. No tenía familia; nadie lo frecuentaba; no recibía cartas. No tenía teléfono de línea ni celular

Pocas palabras. Cuando se reía se sonrojaba. Mate amargo por las mañanas y cerveza a cualquier hora del día

Ya casi pocos lo tenían presente. Desde que pegó ese trabajo en Buenos Aires, venía muy poco para sus pagos

Un día se enfermó y nadie se enteró; así que el pobre ni siquiera pudo avisar a su trabajo y estuvo más de una semana sin poder volver

Para fin de mes, cuando al fin pudo sobreponerse, caminó hasta la ruta, se subió a la combi que lo dejaba en Santa Fe; sacó un pasaje y llegó a la noche del jueves a la Capital

Se presentó al otro día en su trabajo. Lo enviaron directamente a Personal; El Gerente del sector, no lo quiso atender. Despectivamente, le ordenó a su secretaria, que le comunicara que estaba despedido; que le diera el cheque con la liquidación final y que se vaya¡!! Que no lo querían ver nunca más por ahí.

Todavía conmovido, caminó hasta la peatonal, donde estaba el banco y cambió el cheque. Se quedó un rato largo en la plaza mirando pasar los autos; abatido, decepcionado y sin ánimo ya no queria estar más en esta ciudad. No estaba dispuesto a buscar otro trabajo y hacer un sacrificio lejos de su tierra; enseguida pensó en volver a radicarse nuevamente en su pueblo y ahí mismo decidió pegar la vuelta

Le había picado el bichito, de conocer a alguna gurisa y formar de una vez por todas su familia

Ya en la estación, desde el Altoparlante, se anuncia el embarque, con destino a la Ciudad de Santa Fe, por el Anden 2, en 15 minutos

Al tranquito, enfiló para el “caballeros”; cerró la puerta y se sentó a reflexionar; encima de males sin papel… lo cual complicaba la escritura que a la fuerza gestaba

Como todos los últimos viernes de cada mes, regresaba a su provincia; esta vez, definitivamente para siempre

En el interior de aquel sanitario, sobre la puerta, inmortalizó su obra maestra

Las autoridades de la estación le pusieron una faja de clausura al baño, impidiendo el ingreso del público

Según se cuenta, dedicado al Gerente de Personal, escribió en trazo grueso y amarronado:

 

“Estimado señor Otero

Sepa usted de mi parte

Que rencor no le guardo

Sin embargo, le prometo

Intentaré olvidar su cara

De esfínter con hemorroides

Como recuerdo le dejo

El fruto de mi esfuerzo

Pegado sobre esta puerta

Para que nunca se olvide

Como era usted cuando nació

Estimado señor Otero”

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