Como la niebla espesa de la noche ciega
el camino
Deteniendo marchas
Los imaginarios lobos del temor merodean
las mentes
Acechando de dudas sus certezas
Toman como presa a la motilidad que
tuerce los destinos
Desde el interior del ser emerge la
espada de la sangre
Forjada con acero carbón del alma
Abriéndose camino bajo el filo cortante
de la valentía
Se bate a duelo con las dudas hasta vencer
sus miedos
No sirve de nada encerrarse…
La fortaleza no está dentro de los muros
Construidos para protegerse
Sino en el valor de enfrentar la manada
de lobos
Como la vista…
Que agudiza su mirar en la oscuridad
absoluta
Cómo el oído…
Que en el silencio ensordecedor escucha
el nacer de sonidos que hasta entonces ignoraba
Como el tacto… Que acaricia sin tocar
Cómo el corazón… Que late sin mirar
(dentro o fuera) seguís siendo vos
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