viernes, 31 de diciembre de 2021

El bueno de Luis

Se terminó¡!

Así le dijo la vieja con sonoridad elocuente de un mamporro que todos escuchamos desde el otro lado de la calle

Cuando Luis salió, con el pelo arremolinado del coscorrón que le sirvió Doña Consuelo, ensayó una suerte de explicación “Dice mi Vieja que no va a poder ser”, con cierta elegancia y un tanto de incredulidad por parte de el mismo

La cagada es que nos quedamos con las manos vacías y éramos muchos

Nos habíamos quedado sin pelota, para jugar en la calle San Pedro y era una cuestión de vida o muerte

Así que enfilamos para lo de los alemancitos de enfrente del campito. Ellos tenían una; y para allí marchamos

Cuando llegamos, el viejo estaba cortando el pasto y ya cuando nos vio venir, desde lejos nos hizo señas que pegáramos la vuelta

Lo cual era lógico. Los alemancitos nunca jugaban con nosotros

Era una patriada ese día “invitarlos” a jugar amablemente

Recorrimos el barrio entero; desde la estación hasta la 9 de julio; desde la cortada de la quinta hasta la Márquez y nada

Por lo que recurrimos al recurso extremo: Ablandar a la vieja de Luis, que era más difícil que agarrar el Prode con las 13 cruces de visitante…

El nominado para esa faena, fui yo. Era el ideal. Primero porque era el más chico de la barra; y segundo porque era el hijo de mi madre (sin ninguna connotación); es que mi vieja trascendía en el barrio por sus actividades de catequista y también por su carácter. Ergo: no tenía nada para perder. De últimas, si me ligaba un mamporro de la madre de Luis, cambiaba la etiqueta, pero el dulce era el mismo que conocía en casa…

Pocas casas tenían timbre; la de Luis era una de ellas; en la mayoría se batían palmas, cuando no, se entonaba algún grito o se chiflaba

No hizo falta; cuando Doña Consuelo, escucho el chillido de la puertita de la calle, ni me dejó acercar al timbre; se asomó por la terraza y arrojó la pelota sobre la calle San Pedro; pegó media vuelta y desapareció

Las miradas atónitas adornaban la escena

Ni siquiera perdimos tiempo en el análisis de ese milagro y jugamos hasta que la luz de mercurio lo permitió

Nunca supimos porque el Luis se comió esa sonora cagada a pedos y de postre un mamporro; pensando con el tiempo, llegué a la conclusión qué en aquel entonces, te daban por adelantado por cagadas futuras o cagadas pasadas que para nosotros ya eran historia y para las madres nunca prescribían…

Éramos solidarios y con espíritu de cuerpo. Le dimos nuestro apoyo moral, pero ninguno le preguntó, cual de las dos opciones barajó Doña Consuelo

Tal vez cobró por una cagada ajena. Porque no había en el barrio pibe más bueno que Luis

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