Cuando Rosario era pueblo, y los
caballos tenían nombre y los vecinos se saludan con silbidos, vivía Pani, errador
de nacimiento, soñador por defecto. Tenía manos de pianista, mirada de hierro y
corazón de papel y aunque su trabajo era desafiante como una carrera de
caballos, su mente galopaba por otros caminos.
Dicen que todo empezó el día que erró
un penal en un partido decisivo. A pesar de la vergüenza, el muy animal quedó bien
parado, porque no transmitía emociones y allí fue que la vió… y el elegante de
Pani pensó: “¿Y si me dedico a organizar eventos?” Envidiable cualidad, pocas
veces vista, de un ser con una autocrítica ejemplar. Jamás iba a poder volver a
patear una pelota después de esa salvajada… Desde entonces, sus ideas para
eventos se volvieron cada vez más… peculiares.
Organizó cumpleaños con carreras de carretas, bautismos con lluvia de pétalos desde drones caseros y hasta un velorio con música de chamamé y luces de feria. Algunos lo llamaban loco, otros el artista de las guirnaldas y varios, viendo su particular modo de organizar sus ágapes, le llegaron a preguntar porque no se dedicaba a otra cosa. Pero todos coincidían en algo: donde estaba Pani, el evento no era común porque siempre le erraba con algún invitado
Muy ingenioso !
ResponderBorrarMuchas Gracias !
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