Se adentró en el supermercado como quien entra a
una iglesia: buscando fe, pero con algo de guita en el bolsillo, resultado de 3
cifras a la cabeza en la nocturna de ayer. Las vitrinas susurraban promesas con
voz de oferta limitada, imposibles de ignorar, para un gastador compulsivo.
Eligió una cualquiera; reflejo en la vitrina, sonrisa enlatada, promesa hueca; porque
¿quién tiene tiempo de fingir ilusión todos los días?
En la caja, le ofrecieron un punto extra en la
tarjeta de cliente frecuente por cada expectativa incumplida. Aceptó, no sin
antes preguntar, cuantas cuotas le hacían
Ya en casa, abrió el paquete con ceremonia de fin
de mundo y encontró... una frase impresa en cursiva: “La autenticidad es tu
mejor accesorio”. Casi llora, pero recordó que, en estos tiempos, eso a nadie
le importa
El bostezo vino cargado de humedad y filosofía
barata. La pintura dorada reflejando un rostro de otro tiempo se deslizó como
sus ganas de entender el propósito de todo esto.
“Debe ser el nuevo modelo de sentido de la vida,” pensó. “Viene sin manual. Y sin garantía.”
Excelenteee 🙌🙌🙌
ResponderBorrarMuchas gracias querido amigo !! Abrazo
Borrar¿Se compró un espejo? es lo que se me ocurrió al leer tu post jaja. Hoy estoy con poca imaginación.
ResponderBorrarBuenas noches. Un abrazo
El surrealismo y el sarcasmo gobiernan el relato. El disparador de origen ahora pertenece a quien lee. La idea original está centrada en la sociedad de consumo. Gracias Elsa
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