En Villaniebla, donde las palabras se disolvían en la niebla antes de terminar de pronunciarse, tres figuras se reunían bajo un farol que nunca alumbraba. Nadie conocía sus nombres, pero el pueblo los llamaba: el Trapisondista, el Fuyero y el Perdulario.
El Trapisondista desbarataba los actos solemnes:
cambiaba partituras por recetas, promesas por trabalenguas. “No hay verdad sin
tropiezos”, decía, mientras provocaba carcajadas en funerales.
El Fuyero aparecía justo antes del desastre… y
desaparecía antes de que alguien pudiera culparlo. Se le atribuían fugas
imposibles: de cárceles, de compromisos, incluso de recuerdos. Una vez escribió
en el reloj de la plaza: “Huir no es perderse, es evitar ser encontrado”.
Y el Perdulario... lo olvidaba todo; nombres,
llaves, fechas. Pero guardaba en su bolsillo una lista de cosas que no debía
recordar. Cada noche la leía al revés, como quien descifra un hechizo para no
sentir.
Patológicamente raros, conforme al diagnóstico social,
no tenían cura, salvo el sacerdote de la Iglesia, que venía de tanto en tanto a
casar a quien quiera y a bautizar a los recién nacidos y a bendecir a un finado
en el cementerio.
Lejos de ser peligrosos, desde algún rincón,
causaban gracia y hasta se los extrañaba cuando se hacían humo.
Una noche, cómplices los tres, se miraron en
silencio. Uno estaba “calzado” y sin comentarle al resto, echó la falta. La
falta que le hacía un poco de cariño, y eso liberó la “pesada carga” de aquel
secreto por todos conocidos. Una travesura de juventud que en otro había quedado
atragantada
Para entonces algo se había roto en Villaniebla: la
gente recordaba demasiado. Ya no reía por error, ni lloraba por equivocación.
La niebla, incluso, parecía más clara.
Esa noche, el Club del Humo hizo su último acto:
desordenó relojes, borró brújulas y escondió las certezas en una caja bajo el farol.
Desde entonces, nadie supo si aquello fue una
travesura, una fuga o un olvido colectivo. Pero de vez en cuando, alguien en
Villaniebla ríe en medio del silencio… y nadie sabe por qué. Solo aquellos
tres, que nunca negaron nada… solo que jamás los pudieron entender
Solo una pluma tan maravillosa, genial y creativa puede regalarnos esta maravillosa historia. Gracias Pato querido por tanto talento y tanta magia !! Somos muchos mas de tres los que entendemos y celebramos tu audacia literaria !!
ResponderBorrarEstimado amigo. Siendo el inspirador de esta humilde muestra, sean estas líneas, una más de tantas, que traducen en letras, las noches de trucos y risas. Salud !!
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