La mesita de luz de roble desteñido. El cajón entreabierto deja ver un espacio repleto de intrigas. Una foto encima de la repisa. Los pisos de madera rechinando pasado y la puerta tallada el ingreso a la habitación de Antonia y David. Un pasillo interminable como la imaginación vinculando los ambientes y un altillo con recuerdos ordenados de sepia. El silencio testimonió en secreto el pasado disperso. Allí regresa cada año el niño, Pedro Javier, despojado de la vida a la edad de seis, a tomar la foto que nunca fue, para mirar su infancia jugar detenida en el tiempo.
Imagen: https://elpais.com/elpais/2019/07/18/icon_design/1563439258_510523.html
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