domingo, 22 de enero de 2023

Te doy mi palabra

Me gusta decir lo que siento y callar lo que pienso

Quiero lo que me gusta y amo lo que quiero

Sonrío levantando las cejas cuando mis ojos me delatan

Puedo resultar raro para estos tiempos; pero así soy

Es que vengo de otra época… y en el mundo donde hoy vivo la moneda del Cesar cotiza más que los valores

Educado en un hogar de laburantes, por aquel entonces, no existía en nuestro vocabulario cotidiano, terminología que deforme nuestra libertad. No se hablaban de finanzas y un rodrigazo nos dio por la cabeza. No conocíamos la palabra dólar hasta que un desagio nos dejó culo para arriba

En aquel entonces… se creía en las personas. Nos conocíamos todos y sino, al menos sabías donde vivía, a que escuela iba y porque jugaba con nosotros en alguna esquina

Compartíamos todo porque no teníamos nada y éramos ricos porque el tiempo era nuestro

Existía “la libreta” donde se anotaba nomás el nombre de tu vieja, cuando los tanos del almacén de la calle Mar del Plata o los muchachos de la carnicería de la esquina de Campichuelo y 11 de septiembre, te fiaban la compra. Porque había algo sagrado que le daba crédito: LA PALABRA

Cómo al estrecharse la mano, era sellar un pacto y no hacía falta más. Sabían ambas partes que ese pacto, que aquella deuda contraída sería abonada con creces.

Aval más que suficiente, para que “el mercado” movilice capitales y fomente el consumo de insumos que la producción sostenía

Así los chicos de entonces, en las vacaciones, nos empleábamos en los negocios de la zona, para entregar los pedidos o acomodar las estanterías, y no era por el “ingreso” sino para aprender desde el esfuerzo, cuánto cuesta ganarse el mango

No es este, un postulado de economía ni un atentado a las leyes laborales. Es mi testimonio, dotado de validez, por haber sido testigo (valga la redundancia) de la historia.

Dónde quedó la palabra ¿?

Si hoy es saludar y no recibir respuesta. Zarpar del puerto de los latidos con la bodega del corazón repleta y volver con el alma vacía

Parece que la cultura de la sonrisa fue borrada de un plumazo por pensar en nada, como nos cantaba León

El mundo se somete solemne a las reglas que en nombre del presente se apropian… Nos transformamos en una sociedad robotizada con un software sin licencia

Todo pasa por los bienes declarados. Quienes daban crédito eran trabajadores como los que llegaban a comprar sin contar con los medios para hacerlo, y nadie les cerraba las puertas

Hoy la palabra es un sonido gutural y ni el silencio se escucha. A los ojos pocos miran y estrechar la mano pasó de moda

La confianza está mal vista y creer es cuestionado

Puedo resultar raro para estos tiempos; pero así soy

Es que vengo de otra época…

8 comentarios:

  1. Hermoso... me sumo a ese vivir, muchas gracias por Compartir Maestro!!

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  2. Muy lindo Patri, me sumo a esa época, como se extraña!!!

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  3. Hermoso, Patricio!
    Acá también era una vida bella como al otro lado de la cordillera. Entrañable tiempo...

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  4. Hola Patricio, que lindo relato de vivencias, esas vivencias de las que muchos nos vemos reflejados. Abrazo grande y que placer poder leer tus testimonios

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    1. Muchas gracias querido Luis. Somos muchos los que sentimos lo mismo. Un abrazo

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