Me gusta decir lo que siento y callar lo que pienso
Quiero lo
que me gusta y amo lo que quiero
Sonrío levantando
las cejas cuando mis ojos me delatan
Puedo
resultar raro para estos tiempos; pero así soy
Es que vengo
de otra época… y en el mundo donde hoy vivo la moneda del Cesar cotiza más que
los valores
Educado en
un hogar de laburantes, por aquel entonces, no existía en nuestro vocabulario
cotidiano, terminología que deforme nuestra libertad. No se hablaban de
finanzas y un rodrigazo nos dio por la cabeza. No conocíamos la palabra dólar
hasta que un desagio nos dejó culo para arriba
En aquel entonces…
se creía en las personas. Nos conocíamos todos y sino, al menos sabías donde vivía,
a que escuela iba y porque jugaba con nosotros en alguna esquina
Compartíamos
todo porque no teníamos nada y éramos ricos porque el tiempo era nuestro
Existía “la
libreta” donde se anotaba nomás el nombre de tu vieja, cuando los tanos del almacén
de la calle Mar del Plata o los muchachos de la carnicería de la esquina de
Campichuelo y 11 de septiembre, te fiaban la compra. Porque había algo sagrado
que le daba crédito: LA PALABRA
Cómo al estrecharse
la mano, era sellar un pacto y no hacía falta más. Sabían ambas partes que ese
pacto, que aquella deuda contraída sería abonada con creces.
Aval más que
suficiente, para que “el mercado” movilice capitales y fomente el consumo de
insumos que la producción sostenía
Así los
chicos de entonces, en las vacaciones, nos empleábamos en los negocios de la
zona, para entregar los pedidos o acomodar las estanterías, y no era por el “ingreso”
sino para aprender desde el esfuerzo, cuánto cuesta ganarse el mango
No es este, un
postulado de economía ni un atentado a las leyes laborales. Es mi testimonio,
dotado de validez, por haber sido testigo (valga la redundancia) de la
historia.
Dónde quedó
la palabra ¿?
Si hoy es saludar y
no recibir respuesta. Zarpar del puerto de los latidos con la bodega del
corazón repleta y volver con el alma vacía
Parece que la
cultura de la sonrisa fue borrada de un plumazo por pensar en nada, como nos cantaba
León
El mundo se
somete solemne a las reglas que en nombre del presente se apropian… Nos
transformamos en una sociedad robotizada con un software sin licencia
Todo pasa
por los bienes declarados. Quienes daban crédito eran trabajadores como los que
llegaban a comprar sin contar con los medios para hacerlo, y nadie les cerraba
las puertas
Hoy la palabra
es un sonido gutural y ni el silencio se escucha. A los ojos pocos miran y estrechar
la mano pasó de moda
La confianza
está mal vista y creer es cuestionado
Puedo
resultar raro para estos tiempos; pero así soy
Es que vengo
de otra época…
Hermoso... me sumo a ese vivir, muchas gracias por Compartir Maestro!!
ResponderBorrarQuerido Pablo, muchas gracias. Un abrazo
BorrarMuy lindo Patri, me sumo a esa época, como se extraña!!!
ResponderBorrarGracias Nene !! Un abrazo
BorrarHermoso, Patricio!
ResponderBorrarAcá también era una vida bella como al otro lado de la cordillera. Entrañable tiempo...
Muchas gracias Viviana. Mi respeto a tu Nación
BorrarHola Patricio, que lindo relato de vivencias, esas vivencias de las que muchos nos vemos reflejados. Abrazo grande y que placer poder leer tus testimonios
ResponderBorrarMuchas gracias querido Luis. Somos muchos los que sentimos lo mismo. Un abrazo
Borrar