Que me enseño, Con su amor, con su cariño, hasta el final de
sus días.
Supe que era la libertad cuando me daba permiso, para ir en
Bici hasta la estación de Ballester, y supe que supo siempre, que también me
iba hasta la leca, pasando la Márquez.
Era un acuerdo tácito de amor entre nosotros. El sentimiento
por Mamá, no solo era sanguíneo. Había algo más…como una complicidad que te
hacía sentir seguro.
Con mi hermana, disfrutamos de sus historias, que no podíamos
dejar de escuchar. Nos daba una clase de Zarzuela, cuando hacía sonar las
castañuelas, y cantaba las canciones que le había enseñado su abuela Elena.
La música se incorporó a nuestras vidas, escuchando radio
Rivadavia, y allí Malena se lucía entonando los tangos de Angel Vargas. La
cultura llegó de su mano, y asistimos a todas las actividades artísticas que el
barrio podía ofrecer.
La única cuota que nos cobraba, por tanto amor, era leer ella
primero el Anteojito, que Jorge el diariero nos dejaba los jueves. Era maravilloso Jorge. Como Ginobili, tiraba
para tres desde la calle, con su moto en movimiento, con el diario o la revista
hecho un paquete (como el testimonio de quienes corren postas), y le acertaba
al jardín de la casa, pegando justo en la puerta. Cuando salías a buscarla,
Jorge ya estaba en otra cuadra.
Era tan amplia la sabiduría de mi Madre, que lo lúdico lo
experimentamos con ella, jugando a la canasta, a los dados, a la escoba de
quince, todas las tardes, hasta la hora de hacer la tarea del cole, que era
mirando películas argentinas, mientras ella me cebaba mate.
Mi Madre alentó y fomento la amistad. Por eso mi casa, estaba
siempre llena de chicos, que se venían a que mi Mamá los ayudara con la tarea,
y pasaban la tarde en casa, hasta que se hacía la hora de salir a jugar.
Sus correcciones moderadas con charlas eran aleccionadoras
para siempre; tanto como aquellas famosas corridas buscando escapar, porque se me venía detrás
con ojota dominada, para hacer justicia con mano propia, cuando el estruendo de
un vidrio roto, a razón de uno por semana, por un pelotazo de una pulpo n° 4,
la despertaba de su sueño de siesta de barrio.
Malena fue modelo de Esposa y Madre. Depositó toda la riqueza
de su ser en nosotros. Si debo decir Mujer, he de decir Malena.
Yo sé que desde el cielo, todavía me alienta, me guía y me
cuida. También le veo el ceño fruncido, cuando algo no hago, de acuerdo a como
ella me enseño.
Le doy gracias por enseñarme con amor, desde la Libertad. Le
pido perdón por los errores cometidos.
Malena, podes estar orgullosa. Has sembrado una semilla que
intento llevar con dignidad. Espero ser digno tuyo.
Hoy te hubiera dado un Beso y un Abrazo
Te escribo desde el sentimiento, con lágrimas en los ojos.
Mamá te extraño
Feliz Día Mujer
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