La bruma no
dejaba ver en imágenes la escena, pero se apreciaba en el ambiente un aroma
trágico. No se
escuchaban sirenas, ni curiosos se acercaban alrededor.
Los primeros rayos del sol dieron luz a tanta oscuridad, y
dejaron ver el cuerpo de aquel hombre abatido, caminando en soledad por la
ribera.
Había elegido el lugar y el modo, para hacerlo.
No necesitó respuestas; ni afirmaciones; ni negaciones. Tan
solo necesitó darse cuenta que jamás iba a ser amado por aquella Mujer…
Aquello que se escuchó como un disparo, fue el estruendo del
silencio por un amor que nunca fue… que no será...
El lamento angustiante de su alma quedo tallado en aquel
sauce para siempre…
“Las musas se alojaron en mi alma y desde allí hacen saber
en palabras los secretos de amor que
guarda mi herido corazón... Se desprenden llevando parte de mi...para hacerte
saber cuánto te amo”
Aquellas
palabras quedaron flotando en el aire del lugar.
Noche a
Noche, se escucha el silencio cerca de sauce, que recuerda con su llanto la
tristeza de aquel instante. Pronto la
corteza cubrirá las palabras talladas.
Pero el
tiempo no quitará aquella Mujer tallada en el corazón de aquel Hombre.
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