Sumergido en lo profundo de la altura no alcanzaba a divisar el pozo en el que se encontraba. Apunado por el vértigo de sus ansias, cegado de ambición escalaba descendiendo una cima que no existía
Navegando un mar de sirenas,
un aire denso cubría la atmósfera, pintando el horizonte de imágenes paradisiacas
Cada paso lo hundía más en la
claridad opaca de un cielo que no tocaba
Las paredes del pozo no eran
de piedra ni de barro, sino de silencio. De un silencio que reía mientras
lloraba y allí, en esa altura invertida, donde la luz parecía venir desde
abajo, comprendió que no había caído; había sido elevado a un lugar donde la
caída ya no era necesaria
Exquisito y pulido en sus letras. Contundente por el reflejo con la realidad
ResponderBorrarMuchas Gracias !
Borrar"Las paredes de silencios" parecen imposibles pero suelen existir.
ResponderBorrarBuenas noches Patricio.
Muchas gracias Elsa
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