jueves, 30 de marzo de 2023

La pelota no se mancha

 

La atracción y la derivada de sus leyes. Cuánto más deseas más te acercas a ese deseo, tiene una parte, al menos objetable desde lo fáctico.

Más cuando la ciencia terrenal, comprueba empíricamente qué si algo tiene probabilidad de falla la tendencia hará que esa falla sea factible de ocurrir.

Es probable que mi vida, transite por la segunda opción.

Abonado vitalicio a los sueños. Profeta de la ilusión y discípulo de los deseos, debo decir que los resultados (si es que se puede mensurar todo esto como tal) no son del todo satisfactorios. Al menos desde el punto de vista, de la expectativa y la realidad.

Es una historia de amor; amor a primera vista. Un flechazo al corazón. Como olvidar aquel día que la conocí, rodando en el verde césped. Aquella pelota, enamoró de juego la esencia del chico plagado de sueños.

Transcurrí mi infancia, con ella al pie, enarbolando fantasías, dibujando gambetas y eludiendo las defensas más férreas y feroces.

Tenía mil espejos donde mirarme, para pulir mi estilo, más allá del propio. El bocha Bochini, Marcelo Trobbiani, y el Beto Alonso, entre los más destacados.

Hasta la llegada de un pibe, tres años mas grande que yo, que hizo de la pelota y del futbol, la expresión más hermosa que jamás se haya visto. Le decían pelusa y para nosotros era el Diego, como si le conociéramos de toda la vida.

Generoso, valiente, talentoso, pícaro, exquisito jugador. Un bailarín de ballet, en medio de un ejército de agresores, que rompieron primero su tobillo y cortaron sus piernas después.

Nos engañó a todos; porque nos hizo creer que todos los chicos de entonces, también podíamos jugar en primera y llegar a la selección nacional, a los 16 años…

Lo pude ver jugar de cerca en una cancha. Apenas un metro y una alambrada en la vieja cancha del bicho, nos separaba. Mis quince años se llenaron de emoción y mis ojos de lágrimas…

Nunca le pude expresar mi admiración, por tantas alegrías que me había brindado. Lloré mucho aquel 25 de noviembre, cuando su partida coincidía con mi cumpleaños. Hasta en ese detalle, estuvo presente en mis días. Pero nunca le pude expresar mi admiración.

Pero… una daga que en mi pecho aun lastima. No pude ser, el jugador de fútbol que tantas veces soñé, tirando paredes con él.

Duele como si la madurez, no hubiera alcanzado, para superar aquello. Tanta fe me tenía, y termino chocando con el no de mi viejo, que mi rebeldía no pudo gambetear.

Aun hoy, lloro como aquel chico, cargado de impotencia, por un sueño postergado que ya nunca podrá ser.

Pasé al baño, para lavar mi cara, cargada de llanto. Me doy cuenta del axioma empírico de la maldita tendencia y ensayo el mejor de mis insultos al destino “La reputa madre que te parió”

Camino a la mesa, donde despliego el arsenal que la pandemia trasladó obligadamente a mi casa, y se instaló con nombre propio como Home Office, atravieso el meridiano del comedor, por el gran espejo que la pared adorna, casi ignorando su presencia, algo llamó mi atención. No quise darle la razón a lo que la mirada de reojo me había mostrado, pero la mente insistía en que no haga oídos sordos a lo que había escuchado; y tuve que enfrentarme a mi condición… y me pare frente a frente a aquella imagen que al pasar me chistó… No podía creer... tanto que solo atiné a decir “Sos vos ¿?” la carita de Pelusa, cargada con la inocencia de aquel cebollita, asintió con su mirada.

-         “Ehh… ehh… Si Maestro, soy yo”

o   Pero… Pero como….

-         “Usted… Usted Maestro, porque yo jugué por usted y por todos los pibes que en el barrio se pelaban la rodilla en el campito”

o   (titubeo al hablar, copio su modismo) ehhh… no sé qué decirte Diego…

-         “No llore más Maestro; cada lágrima suya me llena de tristeza”

o   Pero… cómo sabes vos que todavía lloro ¿?

-         “Porque yo también lloré porque no pude jugar a tu lado…”

Volví a la silla. Quedé un largo tiempo en silencio. Mirando pa’ya como un bobo, mientras enarbolaba mi pensar… que injusto he sido con aquello de cuánto más deseas más te acercas a ese deseo y aquel cuestionamiento sobre la evidencia fáctica, que la magia del ilusionista de la pelota hecho por tierra todas mis teorías. Simplemente, porque la pelota no se mancha.



Imagen: https://ignaciochesa.wixsite.com/anselmo/single-post/2017/04/23/la-pelota-no-se-mancha-se-ensucia

4 comentarios:

  1. Ufff, cuanta imaginación hermano, y justamente del más grande, del hombre que no traspiraba sino que sangraba por su camiseta y también por su bandera poniéndole el pecho a las balas del poder mafioso.Por eso lo quise lo quiero y lo querré. Fue muy grande .
    Abrazo Patri y te felicito

    ResponderBorrar
  2. Muchas gracias Nene querido. Fuerte abrazo

    ResponderBorrar
  3. Excelso Maestro. ¡Qué lujo la redacción, muy emocionante!
    "Abonado vitalicio a los sueños..." Cautivante metáfora.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Muchas gracias por tus palabras Franco querido. Un fuerte abrazo

      Borrar