martes, 28 de marzo de 2023

La clara de huevo


No tuvo dudas. Nunca vaciló respecto de sus convicciones.

Así era y así ha sido siempre Esteban

Directo y frontal. Seguro de sí. Jamás dio un solo paso atrás.

Su mirada altiva y el orgullo sanguíneo, lo llevaban a tomar decisiones transgresoras y desafiantes.

Gesto adusto. Rostro serio. Hablaba poco y fumaba mucho.

Hábito que adquirió desde muy pequeño, casi antes de entrar en la adolescencia, en sus quehaceres de hachero en el monte. Obligado por esa circunstancia, no se dejó doblegar y ese espíritu lo llevó a superar el límite que la condición de pobreza le impuso; jamás se quejó de sus privaciones ni andaba dando lástima por su pasado. Todo lo contrario. Le sirvió para modelar su carácter.

Pero… habiendo atravesado por aquellas experiencias, es que nunca se quedaba en un sitio demasiado tiempo.

Como si estuviera buscando algo, se volvió un pasajero errante de su propia vida. Itinerante sin camino. Un transeúnte inestable de cualquier parte, que nunca llegaba a cultivar amigos. Apenas se le conocía una relación, pero poco hablaba de ella.  Solo Doña María sabía.

Por eso no nadie, de los pocos que lo conocían, se sorprendió, cuando repentinamente, decidió marcharse de su pueblito. La coherencia fáctica lo asistía. Nada ni nadie tenía allí que lo ate.

Tampoco era su esencia ni su modo. Su Ph emocional se situaba en el extremo ácido de la tabla.

Así fue, que, de un día para otro, tomó sus petates y desapareció con destino incierto.

Pasó muchísimo tiempo. Mucha agua corrió bajo el puente; como para que la caricia del olvido melle el corazón curtido de dureza.

Una mañana de marzo, iniciando el otoño, Doña María salió disparada para la plaza del pueblo, como si hubiera visto un fantasma. Había recibido carta del Esteban y la quería compartir con los cuatro o cinco que lo conocían desde siempre. Lo primero que dijo don Ascencio, como muestra exultante de emoción, fue “que raro”; ninguno había ido a la escuela, razón por la cual Doña María comenzó a leer en voz alta:

 

Oslo, 28 de marzo del año 2023

Queridos amigos míos

Tiembla mi pulso al escribir, embargado por la emoción que el corazón dicta en letras. Han pasado años desde mi partida y siento que no he podido expresar todo el amor que llevo dentro.

Obra de un milagro ha sido la mirada cautivante de los ojos más hermosos que jamás haya visto. No se su nombre. Pero todas las tardes, al regresar a mi hogar, sentado en el metro (perdón, el subterráneo) coincidimos en el mismo vagón.

No deja un solo instante de mirarme, al punto que me llena de timidez; y por primera vez sentía vibrar mi alma.

Paraliza mi accionar. Se apodera de mi la vergüenza y cuando tomo impulso para acercarme, ella desciende del metro, apenas una estación antes de la terminal.

No sé su nombre; tampoco que hace, ni donde vive; pero haré lo que sea para encontrarla. Siento que es la mujer de mi vida y vaya a saber que designio misterioso, algo late en mí, como si la conociera de otra vida.

En la próxima carta, espero contarles, que estoy junto a ella

Un abrazo

Esteban

 

Sobre el mismo papel, de la carta de Esteban, Doña María escribió unas breves líneas y enseguida se dirigió al correo a despachar su carta, a la misma dirección que había sido remitida.

Con emoción desmedida, al recibirla, las manos temblorosas de Esteban cortaban el sobre con desprolijidad. Eran apenas unos renglones. Al terminar de leer, cayó desplomado en el sillón; la carta decía:

Querido Esteban

Siempre fuiste un muchacho de decisiones firmes; fuerte por fuera y sensible por dentro. Por eso te decíamos huevo; pero al parecer el primer mundo, lejos de avivarte te convirtió en un imbécil; la chica que mencionas es Clara, tu novia y te sugiero que desciendas del metro en la misma estación que ella, ya que viven juntos; agradezco, si, que hayas escrito, porque Clara nos había dejado intranquilos en una carta que nos envió, diciendo que estaba preocupada, porque nuevamente te habías vuelto huraño, hosco y retraído y se te daba por seguir de viaje hasta la terminal.

Un abrazo

Doña María. La madre de Clara 


Imagen: https://fr.123rf.com/photo_39815709_belle-jeune-femme-parisienne-voyager-dans-une-rame-de-m%C3%A9tro-debout-pr%C3%A8s-de-la-fen%C3%AAtre.html

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