jueves, 19 de noviembre de 2020

Le pisó el poncho

Ta Te Ti

Pan y Queso

Rompe – Paga

El que la cuelga la va a buscar

Zapatilla de goma el que no se escondió se embroma

Cachurra montó a su burra

El último cola de Perro¡¡!

Derivados de la prosapia que la verba barrial provee

A los distinguidos miembros de la barra

Que educa coloquial con el método más antiguo que la

Humanidad viene sosteniendo desde el principio de los tiempos:

La imitación del más grande¡!!

Que, con apenas 15 años, copa la parada y manda a su antojo

Están los mismos de siempre

Luis el de Doña Consuelo

Gustavo el de Tita

Orlando, el hijo del carpintero, que lejos estaba de parecerse a

Jesús

Roberto el hijo del Comisario

Los tanitos de la calle San Pedro, Angel y José, el Bachi, el Fabi de

la otra cuadra, el Chicho que estaba siempre en mi casa y yo…el

hijo de Mario y Malena

Que fui aceptado por la esquina por acreditar méritos tempranos

en edad, pero nutridos de sólidos argumentos

El más importante era que mi vieja era catequista de varios de

ellos… y tenía línea directa con sus madres

Después porque jugaba bien a la pelota y era titular indiscutible

del equipo, que lo armaban entre el Bachi y el Roberto

Por último, porque tenía chamuyo y tocaba la viola, cosa que por

entonces otorgaba un plus, que era aprovechado… por los más

grandes

Aquellas tardes de Sociedad de Fomento Mar del Plata,

anunciando por los alto parlantes “7 grandes bailes 7”

Un protagonista de aquella historia que a sus ojos nunca olvidó a

Besozzi… Un distinto, que se te aparecía con un disco de Crucis

bajo el brazo

Para transgresores, no había como los hermanos Espiño, que se

hicieron un lugar, por usar remeras desteñidas y aromar pachuli

a su paso

Un habitante del barrio era un flaco…pelo largo, mal trazado y

vozarrón tipo Norberto Napolitano, que venía del otro lado de la

Márquez

Venía con el libreto de la vida sabido…

Una mala influencia al decir de las madres.

Un buenazo de aquellos.

Tenía prestigio y sacaba chapa patente de guapo

Un cumpa bien pata, para nosotros y un reaseguro para cuando

nos tocaba salir de los límites del barrio y pasar frente a los pibes

de la calle Formosa, y ni hablar si íbamos a bailar al 26 de

septiembre, donde claramente nos hacían sentir la condición de

extraños

Claro… tampoco las tenía todas a favor, y así como era lo que

Era en cuestiones de guapeza, en eso de pegarle a la pelota era

un verdadero queso

No tenía la culpa desde luego por no haber sido ungido con ese

Don desde la cuna, porque su potencial pasaba por otro lado

Por eso aquel día quedó marcado para siempre, en el calendario

de nuestra memoria

Partido de visitante. Bien Chivo. Había que saber jugarlo y

poner…

Nosotros pusimos la pelota, que en el léxico barrial significa

salir perdiendo 1 a 0 desde el vamos, porque había que jugar

además, para recuperarla cuando todo terminara (si es que

terminaba)

Nos faltaba uno y las miradas apuntaron al Flaco, que lo único

que sabía del futbol, era lo mismo que sabía yo de la

tribu Obembe…

Así las cosas, la actitud de este muchacho, nos alentó creer que

era posible perder por menos de 3 goles

Hombres de poca Fe, diría el Cristo. Para cuando llevábamos más

de una hora de partido y con uno menos, porque el Fabi no pudo

seguir por la famosa lesión de “me tiró”, llegó el Milagro

inesperado: Final del juego, con el score en cero¡!!

Resultado que iba a ser recordado en los anales de la historia de

este lado de la estación de tren, hasta que, al Cacho de Suarez,

Capanga de ellos, sentenció: PENALES¡!! “Esto se termina acá”

Chau nos dijimos con las miradas con cejas levantadas

Éramos boleta con altas probabilidades de cobrar cuentas

Pendientes

Por ese dogma impuesto como bautizo, a nadie se le ocurrió tirar

la toalla, admitiendo la derrota. No teníamos nada que perder.

El flaco, en un rapto de locura, “negoció” con el Cacho, patear un

solo penal por equipo y serían ellos shoteador y arquero

Primer penal. Pateamos nosotros. En realidad, el flaco que

la última vez, tratando de dominar un globo en un cumpleaños

se quebró la tibia.

Con ese panorama, los más valientes nos paramos mirando el

Arco y hacía allí se dirigió el pibe. El Cacho, tramposo y

chamuyero, le decía de todo, pero no logro desconcentrarlo

Corta carrera. Patea de puntín y de rastrón, como se esperaba

No se sabe explicar desde la ciencia; pero la pelota tomo un

destino inusitado, como el taco de billar a la bocha, cuando le

pega de massé, pero a su vez, envenenada. Una cosa muy rara

Lo que resultó imposible para el Cacho, que vio como se colaba

entre medio de sus piernas. Siii¡! Gol de Caño

Ahora cambian de lugar y el flaco enfila para el arco

Los que estábamos mirando para allí, ahora seguimos con más

Firmeza; hay que hacerle el aguante a nuestro emblema y

aparecieron las recomendaciones, las señas de “quédate parado”

o “tírate a la izquierda”

Frente a Frente. Arreciaban miradas desafiantes

Silencio descomunal. Serio el Cacho. Sonriente casi a punto

sospecha el flaco

Tira el Cacho… a las nubes ¡!! Con el flaco revolcado para un

costado

GANAMOOOOOOS¡!!!!

Aunque perdimos la pelota, aquella Felicidad nos dura hasta hoy

Y el Flaco ganó más prestigio del que tenía cuando nos contó

porque se sonreía… “de camino al arco, cuando me crucé con el

Cacho, le recordé que no olvide que todos sabemos que le tiene

miedo a la oscuridad y por eso está siempre acompañado”

Pero eso no es verdad ¡!! Le respondimos todos

Ya lo sé dijo el Flaco tranquilo; le pisé el poncho y dudó

No tenía tiempo de comprobar si era cierto, de

cuantos andaban diciendo y pensando eso de el

No hay nada que hacer… la prosapia de la verba barrial

Proveyó al Flaco de letra y consagró para siempre….

“Pueblo Chico, Infierno Grande”

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