Mi madre, una Mujer de una grandeza y sabiduría
que no se aprecian en estos días, me permitió con su amor y bajo la mirada de
mi viejo, lo que todo chico necesita: SER un chico.
La virtud de un chico, se forja en valores
simples. Desde su inocencia CREE; en sus sueños TODO ES POSIBLE; en su habla
DICE LA VERDAD y su PUREZA no tiene influencia que la altere.
El tiempo pasa y se hace sentir, a
favor o en contra de esa vida; se sitúa casi como capricho en un espacio
PRESENTE, PASADO y FUTURO, y desde allí reina dominante sobre aquellos valores,
alterando su simpleza y pureza.
La conciencia modera el pensamiento y el corazón guarda en su interior, todo lo vivido y como toda historia reserva un lugar para recordar y revivir intensamente.
En ese espacio hay un momento íntimo para
llegar a lo más profundo de mis pensamientos donde medito sobre los actos de
vida y repaso el recorrido de aquel camino, donde PASADO, PRESENTE y FUTURO,
pasan a ser SIEMPRE.
No sé cuánto es el tiempo que se lleva
hacerlo, ni la frecuencia, ni el momento, que no es calendario sino producto de
la necesidad de bucear dentro del alma… de la conciencia, donde el Hombre de
hoy busca a aquel chico, como un renacer fortalecido de valores propios.
Si tuviera que decir con palabras propias,
que es la Pascua, debo decir que es la resurrección misma del Hombre que busca
en su alma la pureza y la inocencia del chico que lleva dentro, que es capaz de
cosas maravillosas, como recuperar su esencia para seguir por el camino que desde
el amor te ha sido trazado.
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