Lo que era un secreto a voces,
terminó saliendo a la luz una noche que la ciudad quedó a oscuras. Quienes
conocían al Alberto, estaban seguros de que no era garantía para orientarse y
esa noche nadie veía nada. Ni siquiera las luces de los autos ayudaban de algo.
El Alberto jamás supo que estaba
perdido. Ni siquiera cerca de saberlo estaba. Cuando lo agarró el apagón bajó
de la General Paz transitando por la calle Vallejos y llegó donde termina la
calle Mendoza… y vaya a saber si ese era el camino que quería hacer
Claro… como
siempre fue por la misma calle no se detuvo a ver alturas ni alguna referencia
que lo ubicara. Una vieja al sacar la bolsa de basura, le dio indicios de la
hora y un ciclista que lo puteó le dio indicios que estaba transitando por la
bicisenda. No tenía ni la más puta idea de dónde carajo se encontraba.
Obligado por
la situación y ante la presencia de un patrullero en una rotonda, detuvo su
marcha para preguntar donde se encontraba ya que el siguió derecho desde donde
arrancó y de paso que le aclare porque tanta luz en ese lugar, porque le
llamaba la atención lo iluminado que estaba el predio que se encontraba cruzando
la avenida, si la ciudad estaba a oscuras
Sorprendido
el policía pensó si le respondía o llamaba al SAME, por la situación emocional
de ese hombre. Entonces enarbolo una explicación acorde para que la pudiera comprender…
“Mire señor por lo que me comenta usted tenía que llegar a 5 cuadras de donde
salió… por lo que deduzco que no lo advirtió y tal como usted dice, siguió
derecho en la misma dirección, la calle cambió de nombre y tampoco lo advirtió
y esta rotonda, no tiene continuidad porque aquí termina la calle. Lo que usted
tiene delante es un parque y esas luces que le sorprenden tanto provienen del aeropuerto
y se alimentan de grupos electrógenos…
No lo dejó
terminar el Alberto. Rápidamente se subió al auto, dio la vuelta y tomó la
misma calle en dirección contraria, para regresar a donde inició su periplo
Lo que son
las casualidades dijo, cuando el mismo ciclista lo volvió a putear. Lejos de enojarse
el Alberto bajo la ventanilla y le gritó “NO SIGAS QUE ESTA CALLE SE TERMINA”
Estaba perdido en serio, el hombre.Jajaja
ResponderBorrarMuy....
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