Juramento Hipocrático

Era de los tipos que gritaba los goles con euforia exacerbada en la cara de los rivales y el público

No había explicación dentro del lógico razonar. Se le salía la cadena, como se dice. Perdía los estribos y todos los sentidos juntos. Ni un tornillo le quedaba sujeto.

Lo peor es que a nadie le podías hacer entender, que el pibe era uno cuando se ponía los cortos, y otro radicalmente opuesto en el trato cotidiano.

Casi se podía asegurar que no había vínculo entre un amor de tipo y un energúmeno, que más de una vez, sus mismos compañeros de equipo, quisieron hacer justicia por mano propia y cagarlo bien a trompadas para que no joda más

Pero no había caso. Cada vez que pergeñaban darle para que tenga, no les daba oportunidad. No por cobarde consciente, sino porque el resto de los días era un santo el pibe

El nombrado era conocido como “el Tano” cuando estaba en modo On y lo llamaban por su nombre de pila, cuando estaba en modo Off; así que Carlos era Carlitos de tan bueno que era

Ni la voz se le escuchaba. Un Padre ejemplar. Buen compañero. Un chico sano, con costumbres tradicionales. De barrio; pero adentro de la cancha, hacía poner nervioso a todos

Se lo hacían notar. “TANO DEBERÍAS CORREGIR ESE CARÁCTER”

Cuál dijo el médico de la planta, cuando se lo plantearon, señalando al Tano, que estaba sentado tomando el refrigerio. Ustedes están mirando la misma persona que yo ¿? Les preguntó, y ante el silencio se pegó media vuelta

Claro… si a simple vista no tenía patología alguna; y allí radicaba la diferencia. El que SI necesitaba atención era el Tano. Carlitos no tenía nada

Tenían razón sus compañeros, que insistieron con el Doctor, hasta que le quitaron la paciencia.

“ESTA BIEN” Dijo el titulado en medicina. “VOY A IR A JUGAR UN PARTIDO, PARA COMPROBAR SI LO QUE ME DICEN ES CIERTO, PERO EN CUANTO VEA QUE CARLITOS ES EL DE SIEMPRE, LES ASEGURO QUE LES HARE UNA DENUNCIA ANTE LAS AUTORIDADES DE LA EMPRESA”

Llegó el día del partido, después del horario de trabajo, en la canchita que había dentro de la instalación

Por lo general, los muchachos iban cayendo de a uno, para respetar a los que se quedaban a hacer horas extras y no distraer su atención. Pero aquel día, no quedó nadie en su puesto de trabajo. Todos fueron a la cancha a ver jugar al Doctor…

Cuando cayó el Tano, como de costumbre, no saludó a nadie y empezó a provocar. Que la hora de comienzo; que la pelota estaba desinflada; que la cancha tenía el pasto alto, y así…

En el peloteo previo al partido, fusilaba a su propio arquero y le gritaba los goles en la cara…

El clima se estaba enrareciendo lentamente. Los compañeros dentro de la cancha y los que estaban afuera, miraban al Doctor, como diciendo “YYYYY ¿??? NO VA A DECIR NADA ¿?”

Pero el médico, siguiendo el postulado académico, conservo la calma, guardó las formas y como buen científico, espero a comprobar el resultado para recién después verificar un posible diagnóstico

Tanta exposición de pensante reflexión, madura y cerebral para que, en la primera pelota dividida, apenas comenzado el juego, el Tano le meta un planchazo que lo revoleó por el aire y le hizo dar varios tumbos por el pasto

Al UHHHHH del exterior, le siguió un “LA RECALCADA CONCHA DE TU PUTA MADRE” del académico… como resultado de su diagnóstico prematuro, que arrojó con claridad la pertenencia del sexo materno del tano; al que corrió como galgo a la liebre, hasta alcanzarlo cerca de la mitad de cancha, sobre el lateral y a la altura de los meniscos asestó con certera puntería una tremenda murra, que al instante hizo que se suspenda el partido, que apenas llevaba jugado 2 minutos.

Luego de realizarle placas radiográficas, le diagnosticaron fractura de rodilla al tano; y el pobre Carlitos tuvo reposo por 2 meses después de la operación y caminar con dificultad con la ayuda de un par de muletas

Por mucho tiempo, del único tema que se hablaba era del médico. De su altura académica y compromiso profesional, quien atento a los reiterados pedidos de los compañeros finalmente atendió al tano…