Luciérnagas aparecieron de repente
Titilantes dieron luz al instante
Gnomos montados en centauros
Acercaron como ofrenda un nido de pétalos
El viento expectante detuvo sus bríos
Para ser testigo…
Del mirar de tus ojos en los míos
De tus labios aromados en azahares asomando
En el rojo fulgor de su contorno
Como pedernales encendiendo en llamas
El calor de mis besos ausentes de inocencia
Ardiendo en tu boca hasta extinguir el deseo
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