
Si tuviera que decir
trabajador a mi viejo nombraría
Una persona de bien y por
sobre todo ejemplo de proceder. No he vuelto a ver a nadie como el
Dejo huella el viejo y lo
hizo tan bien que aún perdura en mi camino
Tantas palabras se han
dicho… cuantas más se dirán… que poco
honran al trabajador
Si tuviera que decir que
siento, expresaría en letras su parlamento
Estoy seguro que, aun
asintiendo mi sentir, no aprobaría el modo. El tipo era un duro con docilidad.
Sabía el cómo y cuándo no lo asistían las palabras, lo demostraba con hechos.
Simple y humilde era
Mario. Un marido ejemplar y un padre de esos… que te hacía saber que estaba aun
cuando se pasaba largas horas detrás de un torno
Delegado metalúrgico, en
una época donde la representatividad de una idea era peligrosa. Este hombre
supo hacerse cargo y enarbolo la bandera del sentido y la razón.
Fue a ver a su General,
cuando la masacre de Ezeiza; fue a Gaspar Campos a mirarlo de cerca y más de
cerca lo vio cuando se llegó hasta el Congreso a despedirlo, el día que escuchó
decir “…Todos sumados en el esfuerzo
común de salvar para todos los tiempos la paz de los argentinos, este viejo
adversario despide a un amigo” y se volvió para casa con un silencio que solo
le vi, cuando su lucha con el cáncer que lo atacó a traición
No le he visto quejarse
jamás. Como también nunca hablar mal de nadie que tenga ideas distintas
Tanto que mi vieja, Malena,
radical y flemática parlamentaria, fue la mujer de su vida.
Asistir a esas conversaciones
tan profundas y extensas (donde terciaba el Padre Enrique, sacerdote de la
Iglesia Nuestra Señora de Lujan de Villa Ballester, quien cenaba con nosotros
todas las semanas), era para alquilar balcones.
Papá de Daniela y quien
escribe. De caballerosa hidalguía su andar. El cáncer artero y traidor te hirió
el orgullo y tendiste tu mano para aferrarte de la mía, como cuando niño, pero
ahora era yo quien debía darte seguridad
Unos días antes de tu partida,
tuvimos aquella charla… te estabas despidiendo. Ambos lo sabíamos. Pero ninguno
aflojó. No podíamos. Teníamos que darnos la certeza que haríamos lo que nos
prometimos. Vos, dar el paso que debías dar. Yo de hacerme cargo de la familia,
Ese fue tu pedido, que espero no haber defraudado
Trabajador incansable.
Hombre de palabra hoy te honro en estas letras que saben a poco, pero que
pintan de cuerpo entero la traza de tus pasos