Desde su casa al arroyo, ida y vuelta recorre el sendero todas las mañanas, portando cántaros y cuencos para buscar agua fresca
Pies descalzos dejan huellas en las húmedas arenas
Cristalinas corrientes se escuchan caer por la vertiente
Un sauce asombra con sus ramas recostando sus raíces en la orilla remojando el cansancio escondido en una muda sonrisa
El día se cuenta en pasos y la vida en ida y vuelta… vespertino el sol llega con su tranco, indicando que es momento de emprender el regreso
Sobre sus espaldas el peso de un pensamiento carga… mañana hay que volver a recorrer el sendero. En la necesidad no hay rutina, se bebe de a sorbos el tiempo