La Biblia es hueca, dijo. Sin pensar, seguramente en todo el lío que se armaría por esa frase. Raro, porque era un tipo que portaba todos los sacramentos (menos la extremaunción) y asistía a misa de 10 todos los domingos. Claro que llamó la atención del Padre Penedo, quien fue el primero que en confesión le pidió que pensara en lo dicho y se arrepintiera. Pero Josecho mantuvo su palabra. Desde el día que lo dijo hasta el momento que quedó solo, cuando lo condenó la sociedad toda, por hereje
Paso primero en la comunidad parroquial del barrio; luego se
extendió a la diócesis, y finalmente llegó hasta el vaticano. Las autoridades
municipales tuvieron que emitir una ordenanza para evitar conglomeraciones en
la puerta de la casa de Josecho, porque la turba fuera de control lo quería
linchar, convencida que era una falsa profecía. El presidente de la Nación
intercedió ante la ONU que inmediatamente puso en agenda el tema, temiendo el
origen de una célula terrorista, enmascarada en un líder carismático
Un escándalo a escala mundial donde todos coincidían
plenamente, que se trataba no solo de una blasfemia sino de una provocación vinculada
al maligno
Laicos, ateos, agnósticos, y profesantes de todos los credos,
unidos por primera vez en la historia de la humanidad para condenar el hecho,
por considerarlo aberrante desde la raíz de toda concepción mística, sea cual
fuere el Dios en donde basaban su prédica y su Fe.
Alarmada por las crecientes agresiones y avizorando que no se
reflejaba en el horizonte la esperada calma del olvido, la familia de Josecho, hizo
un intento desesperado para atenuar la situación, y al menos tenga un tinte de
piedad con la esperanza que la palabra de su pariente tenga derecho a réplica.
Pero nada de eso ocurrió, porque Josecho se mantuvo firme
como Jesús ante Poncio Pilatos, y ante una multitud enardecida que presenciaba
su defensa, volvió a repetir lo mismo: “La Biblia es hueca”
Ya al límite de la paciencia, el clero en su conjunto decide
excomulgar al sacrílego y retirar de la iglesia el cuadro de San Expedito que
había restaurado.
Camino a su casa, escoltado por una fuerte custodia policial,
vivió hasta el fin de sus días, encerrado en su cuarto.
El día que expiró, acompañado tan solo por su enfermero,
Josecho señalo la biblioteca antes de cerrar sus ojos.
La casa fue puesta en venta, con todo el mobiliario.
Una joven pareja compró la vivienda y la remodeló por completo.
Todo menos el salón de biblioteca donde había muy buena cantidad de libros; de
muy variada calidad y contenidos. Muchos de literatura, bastantes de historia y
una Biblia ubicada al centro del gran mueble.
Al parecer les causó un gran impacto. Al día siguiente, la
pareja se presentó a primera hora en el banco a saldar su crédito. Dirían a sus
conocidos que el milagro de aquella Biblia les permitió saldar su préstamo
La Biblia hueca en su interior contenía muchos miles de dólares
que el bueno de Josecho había juntado para donar una parte a la iglesia y otra
a su familia.
Imagen: https://periodicobuenasnuevas.com/libro-o-biblioteca/