jueves, 28 de abril de 2022

La tía Ethel







En todas las familias hay una

Esa raza que no se le escapa un solo detalle

Ahora, de ahí a que coincida su formada idea y filoso relato con la realidad dista un trecho tan largo como fantasioso; contaba con el beneplácito de sus fieles oyentes que como apóstoles, llevaban su palabra a límites insospechados, con la consabida distorsión que cada uno condimentaba a gusto

No le hacen daño a nadie… dijo su sobrino en el bar. Carlitos era el tipo que tenía todo claro, pero una desconexión con los hechos hacía cortocircuito con su prédica

Los que más lo conocían, aseguran que nunca lo vieron trabajar

Nada le venía bien y nunca calzaba en su verdadera vocación. Ser modelo¡!

Así que se mudó a la casa de su madrina porque no podía pagar el alquiler y porque su Mamá, la hermana de Ethel, le prohibió volver a su casa a los 48 años

Pobrecito decía Ethel. Es tan bueno… la mitad del día ni se lo siente… y Carlitos le daba la razón a su madrina levantándose al mediodía

Las chicas se juntaban todas las tardes. Invariablemente, la cita era entre las 14 y las 17

Mate, café y té para las más refinadas, acompañado siempre de algún bizcochuelo que las más habilidosas con el arte de la cocina, llevaba para matizar

Tenían la capacidad de escuchar lo que querían y decir lo que se les ocurra, sosteniendo sus contradicciones en el tiempo

Años llevaban con esa rutina y a pesar de conocerse desconfiaban una de las otras

Pero si había una bastonera, esa era Ethel; un día de lluvia acaparó la atención, contando una historia que, de ser cierta, pocas veces alguien la relató con perfecta alteración de los hechos

-         “…eran tipo 2 de la madrugada, cuando desde la calle, se escuchaban gritos y corridas; levanté la persiana para asomarme, y a pesar de que estaba todo oscuro, pude ver a un grupo policías, que se la habían agarrado con un tipo, que al parecer no podía abrir la puerta de un auto estacionado y estaba usando un destornillador, porque no tenía las llaves y como empezó a sonar la alarma, el tipo salió corriendo, se ve que para avisar a alguien y los tipos lo corrían con el auto; hasta sentí varios disparos; parece ser que a las pocas cuadras lo agarraron… y se lo llevaron; mientras la alarma no dejó de sonar en toda la noche; lo que me llevó a reflexionar acerca del tiempo que estamos viviendo: QUE INSEGURIDAD DIOS MIO, pueden estar robando un auto y nadie hace nada…”

 

o   Si estaba todo oscuro… Como te diste cuenta de que eran policías Ethel… ¿? Preguntó Dorita

-         Porque estaban uniformados y andaban en un patrullero…

Pero la frutilla del postre fue en una de aquellas tardes… que La Dorita, preguntó casi al pasar (que traducido significa “con incisiva intención) “AL QUE HACE RATO QUE NO VEMOS ES AL CARLITOS…”

A lo que Ethel respondió orgullosa…

-         “Carlitos se tuvo que ir del País, porque aquí no había nadie que lo pudiera contratar… viaja por todos lados y no tiene un lugar fijo de residencia; me dijo que anda con una Chica, que se llama Coca y le dicen La Blanca o algo así le entendí y fíjate que le va tan bien, porque lo buscan de todos lados del mundo; se ve que al fin pudo cumplir con su sueño de ser modelo porque le tomaron varias fotografías de frente y de perfil y fueron publicada por una de las revistas más famosas del mundo… Creo que se llama INTERPOL

12 comentarios:

  1. Esta Tía Ethel...no se le pierde nada y nunca le perdió nunca la Fe al Carlitos!! Jaja! Muy bueno Pat¡!👏🏽

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  2. Y... es así... mujeres del barrio...y nunca falta la tí y su sobrino...o la abuela con el nieto...y...claro los cuentos distorsionados según pasa el tiempo...un relato tomado de la realidad...muy bueno Patricio !!...saludos gigantes!
    Hasta mañana!

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  3. Que genial historia Patricio, quizás todos en algún momento somos como la tía Ethel. Gracias por compartirlo!

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  4. Muy buen relato. Y es verdad...siempre hay una tía o una vecina Ethel jajaja. Saludos

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