Buscaba sentarse siempre en el último banco de la fila de la izquierda, cualquier sea el aula que le tocara
Lo más cerca posible de la
ventana; alejado del radar del profesor en el escritorio
Se complicaba cuando había
alguno que acostumbraba a pasearse entre los pupitres o cuando algún preceptor
hacía inspección de “pelos largos” que sobre pasaban el cuello de la camisa
Cada año, repetía esa rutina,
si se quiere caprichosa, ya transformada en cábala; no solo suya sino del resto
de los compañeros, que le exigían se cumpla rigurosamente
Parece que tenían mejores
resultados ellos que el amigo, qué a juzgar por las notas en el boletín hubiera
dado lo mismo cualquier lugar
El se defendía “es que tengo
mala suerte”; puede ser; está bien; ok; pero 4 años de mala suerte, daba para
pensar qué en algún momento, por ahí sin querer, había pisado un gato; el tema
era acertar con el año; para saber si le quedaba uno todavía; vaya uno a saber,
porque dicen que no hay mal que dure 100 años, pero parecía que con este pibe
no rimaba…
Hasta que un día y para
sorpresa de todos, puso fin a aquella etapa y fue así como al comenzar el
último año, pateó el tablero y el primer día se ubicó en el primer banco, cercano
al escritorio del profe
Comidilla de toda la escuela;
hasta en la sala de profesores se comentaba y llegó a oídos del rector y el
director de la institución, que se acercaron a la clase, para ver con sus
propios ojos aquel cambio radical
Conducta intachable durante
todo el año. Notas acordes al nivel presentado. Promedio 10, llegó a ser
abanderado en el acto de fin de año
INCREIBLE¡! Así comenzó el
profesor a cargo del discurso, al dirigirse al público presente, al alumnado,
al Señor Secretario de Educación y a todo el cuerpo directivo y docente en sus
palabras introductorias, destacando como ejemplo, al estudiante del 5to año de
la carrera, que puso de manifiesto que cuando se quiere se puede, dejando atrás
las horas negras de su pasado y transformando en oportunidades los tropiezos para
definitivamente ponerse de pie y en marcha hacia un futuro inmejorable, dejando
una marca imborrable por su tendencia evolutiva, jamás vista en estas aulas
Desde la bandera, sosteniendo
el Asta en alto desde que se habían entonado las estrofas del himno nacional,
el alumno referido miraba para otro costado…
Algunos se preguntaban en
cuanto había influido ese cambio de ubicación en el aula; muchos terminaron de
darse cuenta porque le decían el sordo
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