Siempre era el último
Los
muchachos estaban acostumbrados a esperarlo
Ya
lo conocían. Sabían que era así y nunca le decían nada, más allá del gesto
habitual, señalando el reloj como indicándole “mira la hora que es”
Es
que ese era el día del partido más importante
Era
“EL PARTIDO”
Lejos
del equipo, como toda estrella, se ubicó en uno de los asientos de la barra, y
se pidió un porrón con algunas papitas y manicitos para picar
Las
miradas se cruzaban y el fastidio crecía
Nadie
decía nada; es que el Nachito era el Crack; el único capaz de ganar solo un
partido como estos
Una
facha ganadora y eso también lo hacía prócer
Pero…
se venía mandando varias; había pasado todos los límites y hace mucho que en
cada tercer tiempo se recriminaban haberle dado tantos privilegios
Pero
lo que estaban por escuchar, sí que no se lo esperaban; menos tratándose del
Nachito; un desprejuiciado; un desobediente y caprichoso de las estructuras y
de la disciplina
Al
igual que en la cancha, tenía ojos en la espalda y oído tísico; escuchaba el
silbato para perros el hdp…
Los
encaró, sabiendo que lo estaban triturando a sus espaldas y sin mediar
introducción se plantó y seriamente tiró 4312…
Todavía
resonaban las palabras del Nachito y no terminaban de asimilar si lo que más
les molestó, fue el eructo que antecedió su numérica frase, o que mierda le
pasó, pero todos coincidían con la mirada, que se había ido al carajo
De hecho,
el Armando; el líder natural; el que pega el grito en la cancha; el que pega
bah; peón de panadería, el hijo de Don Esquivel y capitán del equipo elegido por
consenso generalizado fue el primero que se lo hizo saber: “Te fuiste al carajo
Nachito”
El Baby,
mucho más cauto, lo llamó a la reflexión: “Nachito, nunca jugamos con ese
sistema”
Cerebral
Patricio, el 5, le refresca “Nachito, vos no corres ni en un incendio ni das
una mano nunca”
Y
así se sucedían las voces…
“No
vengas ahora con tácticas”
“Vos
siempre jugas en la misma posición, qué sentido tiene que tengamos que
ajustarnos así justo hoy ¿?”
Imperturbable
Nachito repitió desafiante: 4312
Situación
que fue tomada por todos como una sobrada y las reacciones fueron inmediatas
El
más calmo lo puteó
Los
más exaltados pretendían cagarlo a trompadas
Se
armó una trifulca donde cobraron hasta los pobres parroquianos del bar; la
mayoría corrió para la calle y varios aprovecharon la volteada para rajarse sin
pagar
BASTA
O LLAMO A LA CANA¡!! Gritó el dueño de la canchita, tratando de amedrentar y
atemperar los ánimos
Ahí
nomás el Aníbal, peló la credencial que testimoniaba su condición de cadete retirado
de la fuerza (una causa de la que nadie habla; algunos dicen que le sembraron evidencias;
otros que en el fondo de su casa había evidencia de sobra sembrada…)
Lentamente
todo fue retomando su calma habitual
Todos
ayudaron a levantar las sillas que habían quedado dispersas y se fueron
acomodando como estaban antes del quilombo
El
Nachito también, y se acodó en la barra, mientras pedía otro porrón. Se lo tomó
de un saque y envalentonado por la graduación alcanzada, se volvió a plantar
ante el equipo
Tenía
personalidad el vago y nuevamente tiró: Abrí un negocio en el Kavanagh. 4312
0004 ese es mi nuevo número. Pegó media vuelta y se fue
Se
quedaron todos callados, viendo cómo se iba; como cuando vino tarde, nadie le
dijo nada por irse antes del partido
Mientras
el Armando, llamaba a un amigo de la panadería, para que venga a jugar en lugar
que dejó Nachito, el resto murmuraba sin poder comprender, como le permitieron
abrir un negocio en un lugar como el Kavanagh
Un
parroquiano que había presenciado la discusión, sentado en una mesa cerca del
baño, con los ojos vidriosos, pasado de moscato, bamboleante les chistó…
“Nashito…
se fue ahí, pogque sse no le alcanzaba la guita”
-
“PERO QUE DICE HOMBRE ¿?” “SI NO LE ALCANZABA LA GUITA EN LA PIECITA
QUE ALQUILABA; MENOS LE VA A ALCANZAR EN EL KAVANAGH”
“Sesee…
es que antes vivía solo como un perro y ahora lo mantienen varios gatos”
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