Buscado afanosamente
“Peligroso asesino: DENUNCIELO”
Rezaban los mensajes que la ley pegó en cada poste
Temido, admirado y respetado por sus enemigos
En las trincheras contaban proezas
Tan incomprobables como ciertas
Alguno deslizó que fue testigo, una noche de luna llena
Y haber visto como enfrentó solo a una tropa
Sin dejar rastros ni sobrevivientes
Sabía olfatear una emboscada
Tenía fisonómica entidad para bancar paradas bravas
Nunca se escudó en la clandestinidad porque entendía
Que la hombría debía defender dando la cara
Un macho de esos que derriten cualquier brasa
Afirmado al mostrador de cualquier boliche, hacía palidecer al
más taita y las mozas hacían cola para pasar una noche junto
a él
y entregaban ese preciado lugar por un rastro de su huella
Nadie tenía el afán de convertirse en héroe para no ser finado
Antes de tiempo
Cuentan que una vez el comisario a cargo del penal de máxima
Seguridad del pago, recibió un pedido de los reclusos, para
que
no reciba al referido, en caso de que cayera detenido en
manos de
la autoridad.
Se trataba de un hueso duro de roer. Un tipo jodido
Sus antecedentes avalaban cualquier historia
Nunca se le conoció un nombre; ni procedencia, ni linaje
Áspero y de pocas pulgas, así era “El Barba”
Cuando parecía que jamás existiría alguien capaz de
Enfrentarlo, lo impensado se transformó en simple e
inesperadamente cambió el rumbo del destino
Acodado en la barra de la taberna, “El Barba” bebía ya su
cuarta
botella de vino, cuando se le encendieron los ojos, al
ver ingresar a un joven apuesto al salón y quien parecía ser un
ogro voraz, se transformó en un frágil cervatillo, cuando
sensible,
sucumbió ante ese desconocido
Nadie más supo acerca de “El Barba”, después de aquella noche
Años más tarde, en las trincheras, algunos reflexionaban,
acerca
de aquel testigo, del cual nadie conocía, si había contado
de manera cierta, la historia de aquella noche de luna llena,
Que “El Barba” enfrentó solo a una tropa sin dejar rastros ni
sobrevivientes…
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