No podía caminar por allí
Aquella calle era una frontera hostil y mi cabeza tenía
precio
Había bronca desde aquel partido fatídico
Alguna vez había tenido que acompañar a mi Madre tomado de su
brazo y los divisé de lejos. Tuve que soltarme ante la mirada atónita de mi
vieja, que desconocía el motivo y no era momento para explicarle.
La realidad indicaba que quedaban pocos lugares en el barrio,
por donde desplazarme.
Ya mi vieja no me dejaba ir, para el lado de la 9 de Julio;
ni hablar de ir a la Leca en bici; por Formosa no podía pasar ni loco y ahora
se sumaba la cortada de San Ramón con Reconquista
Todo pasó, cuando jugamos un partido en la canchita de ellos,
un equipo inofensivo, sin peligro alguno, pero ese día el Chicho, estaba sacado
y se agarró con todos y yo fiel a la doctrina barrial, me puse espaldas con
espaldas y repartí también algunas manos
Terminamos a los toscazos y decir que se interpusieron dos
madres de los pibes del otro equipo sino seguíamos hasta cumplir los 18
Así que desde ese entonces, se complicó esa cuadra; no va a
ser que esos pibes paraban siempre en la esquinita que se formaba en la
cortada, justo cuando la calle se hacía de tierra; justo donde mi vieja solía
querer ir por allí para cortar camino y para llevar a arreglar zapatos a lo de Don
Paredes
El hijo era uno de los que estaba enfrentado conmigo, y el
flaco era grandote y muy alto; todo lo contrario a mí; encima siempre cara de
malo, cada vez que me veía pasar, me hacía señas con la mano, como que iba a
cobrar…
Mammitaa como zafar de eso ¡!!
Un sábado a la tarde, junto con el Gustavo, nos pasamos a
buscar para ir a la jornada de los Scout
Obviamente, decidimos ir por San José de Flores, para no
tomar riesgo alguno. ERROR…!!!
Los pibes se corrieron una cuadra, cuando nos vieron pasar
por Campichuelo y nos estaban esperando; nos tendieron una emboscada. Eran no
menos de 8
El Gustavo empezó a trotar hasta tomar veloz carrera y los
embistió pasando entre ellos; algún coscorrón se comió pero pasó
Me dejo Solo ¡!!! Me dije Chau; soy boleta
En una fracción de segundos pensé de todo. Menos en correr o
retroceder. Sería letal hacerlo, por varios motivos; desde quedar como un cagón
y cederles el poder del barrio; hasta que me corran como la tribu de Apocalypto, para terminar desprestigiado
quien sabe dónde.
Pensando recordé, que tiempo atrás mi vieja, lo había sacado al
Paredes, del zanjón de la esquina de mi casa, donde el Pedro Acevedo lo había
dejado después de la paliza que se había comido, un día que lo esperaron los
del Sarmiento a la salida de la escuela 15 donde concurría a clases
Esa carta era el ás en la manga, la que me haría ganar la
mano y la partida, ya que en la Calle San Pedro, yo lo había cascado al Pedro,
razón por la cual, las equivalencias jugaban a favor mío dos por cero
Así que junte coraje, y caminando firme los encaré.
Decisión acertada, porque en la medida que me acercaba, el
grueso de los pibes se separó de Paredes, dejándolo solo.
No hubo necesidad de nada. Allí se aclaró todo. Ellos querían
que sea parte de su barra, para enfrentar a los del Sarmiento, porque sabían
todo aquello
Por eso, me hacía señas de paliza con la mano, para que los
ayudara con la barra del Pedro.
Mira como son las cosas, no ¡!?
Yo todo cagado y ellos pensando en mí como parte de su esquina.
Por supuesto, que al Gustavo, se la conté cambiada cuando me
preguntó a la noche, como había resuelto el tema.
“Se las día a todos” le dije….
Es cierto que exageré; no fue así como pasó; pero gracias a
los santos sacramentos barriales, a la unción de la barra y a las epopeyas
propias, que trascendieron más allá de mi esquina, me permitieron atravesar
paredes
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