Ley de consecuencias imprevistas

Empíricamente comprobado. Con inevitable precisión ocurre. Cuando en una resonancia magnética, con el cuerpo entero dentro del cilindro, escaso de espacio, el rostro inmóvil cubierto por una carcasa, librando una lucha sin cuartel entre el equilibrio disimulado por una respiración que intenta llevar calma a las neuronas y el inminente estallido que la mente ya no puede contener… justo en ese instante recibirás la indicación que con mucha dificultad escucharás: “NO PARPADEE y NO TRAGUE SALIVA” y será ese preciso momento donde los órganos se revelaran al mandato corpóreo del cerebro y harán exactamente todo lo contrario

 

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